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Jorge Caballero
Ramos
¿Estamos delante de una nueva revolución audiovisual?
Muchos investigadores opinan que si, que después de ese lejano 28 de diciembre
de 1895, el cine ha cambiado mucho pero que en esencia sigue siendo el mismo:
Unas imágenes que cuentan una historia en una pantalla y un público que las
recibe y procesa en silencio.
Ahora estamos a las puertas de algo diferente, inmersos
en la transición entre lo analógico y lo digital con una serie de necesidades
que cuestionan el modelo clásico de creación y producción audiovisual, en un
entorno donde se hace imprescindible enseñar y conocer mejor la tecnología,
asumiendo modelos de educación mediática, donde la cooperación es la base de la
educación.
En este nuevo contexto de la comunicación se rompe el
paradigma del autor y el espectador, la barrera que dividía esos dos mundos
esta desapareciendo; el antiguo emirec (emisor-receptor), ha dado paso al
prosumer (producto-consumidor) que significa precisamente una participación
activa en la elaboración de ese contenido. El “autor” es un término que hay que
reevaluar y empieza a prevalecer el sentido de la coautoría o de obras en
colaboración. Se hace imprescindible pensar en como incentivar y promover esas
coautorías, como hacer participar a la audiencia en la elaboración de ese
contenido, con qué medios y sobretodo con que criterio. Al estar inmersos en un
bombardeo constante y masivo de información resulta imprescindible disponer de
herramientas que nos ayuden a formar ese criterio, saber discernir entre
lo esencial de lo accesorio.
La cultura participativa, propone una enorme ventana de
conocimiento mediante el intercambio activo de los usuarios de una comunidad, a
través de la individualización del aprendizaje, la equidad con el que ofrece
conocimientos y sobretodo por la valía del trabajo en equipo, pero también
propone un compromiso cívico/ciudadano a través de la consciencia formada con
criterio y rigor. Ahora estamos entendiendo que el nuevo cine no es solo una
manera de hacer sino también de ser.
Y por último estamos también en el orígen de los nuevos
modelos de negocio acordes a las nuevas maneras de entender la comunicación. El
hecho que la industria cinematográfica mundial este en un momento clave, de
mucho cambio, sumado a una crisis económica impulsará un nuevo clima para
pensar nuevos modelos en la red.
Un dato en lo que llevamos de 2012, según cifras del
Instituto de Cine Español, el número de rodajes se ha disminuido a más de la
mitad y la política de las televisiones privadas es restringir su
producción de largometrajes y la prioridad de las publicas es sobrevivir con lo
mínimo, algo similar pasa en cinematografías más consolidadas como la de
Estados Unidos, donde el número de espectadores ha sido el más bajo en 16 años y
la venta de DVD continua decreciendo. En este panorama se espera que haya un
revulsivo que propicie la generación de contenidos digitales y genere nuevas
formas de financiar contenido de la red, el ejemplo claro de esto es el
crowdfunding que en pocos años se ha logrado consolidar como una opción para la
producción colaborativa de obras de interés cultural que no tienen acceso a los
caducos sistemas de financiación tradicional.
Ahora es el momento de apostar por nuevos modelos, así
como iTunes se volvió en el negocio musical más grande del planeta, iniciativas
como la de Google, Youtube, Amazon, Verizon, Redbox, etc… que planean migrar
todo su contenido a plataformas streaming de pago para la visualización de
contenidos, será en pocos años la opción principal de los espectadores para el
consumo de audiovisual.
El mundo que
nos propone las nuevas tecnologías está basado en la participación e
interactividad, lo que conlleva a una configuración no lineal de las
narraciones, osea a entender que los relatos y la manera de comunicarnos
necesitan de nuestra participación activa. Para esto se necesita primero formar
a más narradores transmediaticos, interactivos, capaces de entender esa forma
de comunicación, mucho más cercana al videojuego y por otra parte aprender a
leer esas nuevas maneras no lineales de los relatos, sentir que aunque no haya
una estructura clásica en el discurso, igual podemos estar inmersos en la
experiencia. Las nuevas maneras de narrar se están difundiendo cada vez más,
ahora hablamos de documental interactivo, ficción interactiva, publicidad
interactiva… estas nuevas maneras de hacer requieren metodologías y
conocimientos concretos que deben ser prioritarios en una sociedad enteramente
digital.
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