jueves, 23 de enero de 2014

El cine y video indígena como herramienta socializadora de una lucha social.



Presentado por:
Adriana Camelo*
* Abogada, Máster en Asuntos Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, experta en derechos de los pueblos indígenas; cinéfila y fotógrafa aficionada. Actualmente asesora la Dirección General de Parques Nacionales Naturales en el relacionamiento con los pueblos y comunidades indígenas allí asentadas.


País de los pueblos sin dueño // Mauricio Acosta // Colombia // 2008
Fuente: 
http://www.yepan.cl/colombia-pais-de-los-pueblos-sin-duenos-gana-premio-nacional-documental/


Con el propósito de plantear la pertinencia de una mirada al cine y video indígena colombiano como una herramienta para la comprensión de la lucha indígena en el conflicto por la tierra en Colombia, y específicamente en el departamento del Cauca, escenario importante para el movimiento indígena en el país, a continuación se revisarán características propias de dos documentales de la última década, producidos por las propias comunidades organizadas en el marco de sus proyectos de comunicación,  a saber:  Somos alzados en bastones de mando y País de los pueblos sin dueño. Vistos en contraste con el más reciente documental sobre el tema, producido por Discovery Channel con el apoyo de Señal Colombia y el Ministerio de las TIC, denominado Guardía Indígena, guerreros de paz.


Sin duda, las diferencias y similitudes en el enfoque sobre un mismo tema resultan relevantes para la comprensión de estos pueblos desde la perspectiva indígena y la no indígena. Cabe anotar que sólo a partir de la década de los 90, y gracias al trabajo de “transferencia de medios” de realizadores como Marta Rodríguez[1],  es que el cine empezó a ser un medio de expresión desde las propias comunidades.  Se plantea entonces una nueva relación entre un sector del mundo indígena y el cine, de manera que, “lo que capta la cámara no refleja ya una mirada puramente exterior”[2] y se da inicio a un proceso de apropiación cultural de lo audiovisual, un punto de encuentro entre la tradición y la modernidad[3].

Hay que añadir que el video se convirtió, desde los años 90, en una ventana significativa hacia la visibilización de las luchas sociales indígenas. Organizaciones como el CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca)[4] concibieron desde sus inicios en la década del 70, “la idea de asociar los medios de comunicación al proceso de construcción organizativa y de desarrollo de las comunidades de la región”[5].

Y fue en el seno del programa denominado Tejido de Comunicación, de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca - ACIN[6], que se gestaron las dos producciones documentales escogidas para este análisis. Cabe anotar que el Tejido de Comunicación fue creado en 2005 como resultado de la Escuela de Comunicación que formó jóvenes indígenas entre 1999 y 2002 en el Municipio de Jambaló.

En ese contexto, ACIN produjo, entre otras, Somos alzados en bastones de mando (2006) y País de los pueblos sin dueño (2008).

Somos alzados en bastones de mando[7] fue realizada durante la Cumbre Nacional Itinerante  de mayo de 2006 que tuvo lugar en el Resguardo La María, de Piendamó, Cauca. Allí los pueblos indígenas exigieron un referendo nacional sobre el TLC con EEUU y el cumplimiento de los acuerdos anteriores sobre restitución de tierras. En 2006 se presentó durante el Cuarto Festival Internacional de Documental en Madrid, participó en el Tercer Festival Latinoamericano de Cine y Video sobre Medio Ambiente y Derechos Humanos de 2008 en Bogotá, y fue merecedor de mención especial en el Sexto Festival Internacional de Cine de Monterrey en 2010[8].

País de los pueblos sin dueño[9] sigue el paso de la Minga Social y Comunitaria de 2008 que marchó hacia Bogotá en protesta contra las políticas del gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Esta película fue presentada durante la Novena Muestra Audiovisual de los Pueblos Indígenas de España en 2010, además de circular en la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI)[10].

En estos dos documentales son visibles características significativas del cine indígena asociado al tema territorial. Cada uno de ellos muestra episodios recientes en la larga historia de la lucha por la recuperación de tierras por parte de los indígenas del Cauca a través de Mingas, entendidas estas como las asambleas y movilizaciones de resistencia propias de estos pueblos. 

Los dos momentos narrados por las películas en mención, son representativos del movimiento indígena del Cauca, que propone un camino hacia la paz a través de la resistencia civil,  de la mano de  la Guardia indígena. Este es un colectivo conformado por la sociedad civil indígena de la región,  que armados nada más de bastones y un claro mensaje político, propugnan por la defensa del territorio y su pervivencia física y cultural[11].

Los denominados bastones de mando de la Guardia Indígena son manifiestos de la autoridad territorial en el Cauca, y su relevancia es tal, que se han convertido en co-protagonistas de los documentales y parte del título en uno de ellos. Hace alusión a la consigna de la resistencia civil institucionalizada de estos pueblos que se autorreconocen como alzados en bastones de mando, en oposición a los grupos subversivos alzados en armas.

La resistencia colectiva en estos dos momentos durante la década del 2000 se ve marcada por el enfrentamiento con la fuerza pública, el saldo de víctimas de la comunidad (muertos y heridos), el bloqueo de vías como mecanismo de presión y el intercambio de indígenas capturados por soldados retenidos por la Guardia Indígena.

Además del tono reivindicativo de derechos que es evidente en el contenido mismo de las imágenes, los documentales están cargados de textos a través de manifiestos, citas y memorias a sus compañeros caídos. Estas declaraciones introductorias, de cierre y durante las películas, no sólo son un postulado de sus principios, sino que representan la fuerza de la palabra entre ellos mismos como ente colectivo.
Esta es pues otra característica propia del par de documentales propuestos, que evidencia el carácter de lo que los indígenas pretenden comunicar sobre ellos mismos. Por ejemplo, en País de los pueblos sin dueño se hace una cita textual del activista uruguayo Raúl Zibechi, de lo que significa una Minga, palabra de origen quechua: Minga es el modo en que los de abajo han decidido concertar la palabra y convertirla en camino.

Cabe afirmar que las producciones audiovisuales que tienen origen en las organizaciones indígenas gozan de una doble dimensión comunicativa esencialmente política. La primera, doméstica, consistente en la difusión al interior de los pueblos a través de videoforos en las diferentes asambleas y procesos de participación comunitaria[12]; y la segunda, hacia afuera, no sólo en festivales de cine y video indígena y de derechos humanos, sino con un propósito divulgativo abierto en Internet, que permite a los pueblos organizados ser la voz y la imagen de ellos mismos, sin intermediarios[13].

Al respecto, un común denominador es también la crítica a los medios masivos de comunicación. Fragmentos de los noticieros e intervenciones oficiales de gobierno hacen parte de los relatos, que contrastados con las imágenes en el lugar de los hechos, dan cuenta por sí mismas de la parcialidad y oportunismo mediático cuando de la lucha social se trata. Es preciso entonces destacar la eficacia de la versión de los pueblos en imágenes captadas por sus lentes y su propagación a través de Internet por medios alternativos nacidos en las comunidades. Eficacia entendida como la capacidad política de unas imágenes que representan la versión de los pueblos frente a la lucha por sus derechos, y que ya no son materia exclusiva de los medios de comunicación.

Puede decirse también que esa eficaz capacidad política de las imágenes producidas por las organizaciones indígenas también se traduce en un valor estético propio, en tanto representa una forma particular de relatar la coherencia en el discurso del movimiento indígena con las dinámicas socioculturales que supone la lucha por sus derechos. La estrecha relación entre comunicación, espiritualidad y política que propugnan los realizadores indígenas hace que este par de documentales sean representativos de aspectos propios de la gobernabilidad de su organización política y social. Allí se hacen evidentes la capacidad de sus líderes en la movilización, las masivas Asambleas participativas, el respeto por las tradiciones y el rol de cada individuo dentro de la colectividad.

Y es ciertamente gracias a ese mayor valor político y estético de la lucha indígena en el Cauca y su importancia para el cine y video indígena colombiano, que una de las propuestas ganadoras de la convocatoria First Time Filmmakers de Discovery Channel, se desarrolla con ocasión de la «Minga de resistencia por la autonomía y armonía territorial y por el cese de la guerra» organizada por el CRIC en julio y agosto de 2012 en ese departamento. Es así como se produce el documental Guardia indígena, guerreros de paz (2013), con el apoyo de Señal Colombia y el Ministerio de las TIC.

De entrada, el contraste entre la producción de este documental y los realizados por ACIN plantea un interesante análisis desde cada una de esas miradas. Las intenciones y las tensiones propias de las reivindicaciones indígenas son vistas y producidas de diferente manera, tratándose de las propias comunidades a cargo o de un equipo de trabajo no indígena que relata desde afuera y con el apoyo estatal una realidad local. Si bien es una propuesta originada en una casa de realizadores independientes como Más Comunicaciones, se trata de la convocatoria de un canal internacional con el apoyo de un canal público nacional que obliga a cumplir ciertos estándares de producción, además del mensaje oficial que debe atender el apoyo gubernamental.

Guardia indígena, guerreros de paz (2013) documenta con voz en off y entre imágenes de archivo de los noticieros y de los mismos documentales indígenas objeto de análisis, varios episodios en los que nuevamente se enfrenta la Guardia Indígena con la fuerza pública.

Por una parte, hace referencia a los hechos ocurridos en julio de 2012 durante el desalojo por parte de la Guardia Indígena de los militares que custodiaban antenas de comunicación ubicadas en el Cerro Berlín, en zona rural del Municipio de Toribío, Cauca. Esta montaña es considerado por el pueblo indígena nasa un lugar sagrado[14], donde no está permitida la presencia de ninguna fuerza armada, legal o ilegal. Con toda seguridad, un alto porcentaje de los colombianos recuerda este acontecimiento gracias al despliegue mediático del que fue objeto este desalojo.

A su vez, los medios alternativos de las organizaciones indígenas fueron eficaces a la hora de  contrastar las versiones oficiales del Ejército Nacional y de sectores opositores a la lucha indígena, frente a lo que en medios masivos de comunicación se había presentado. Recuerden la imagen de un miembro del Ejército en llanto que le dio la vuelta al mundo.

Al respecto, nótese cómo en País de los pueblos sin dueño, durante los enfrentamientos con la fuerza pública, y gracias al registro que los propios indígenas hicieron de los desmanes de miembros de la Policía Nacional y el Ejército[15], fue posible desmentir versiones de la misma fuerza pública que negaba las agresiones armadas contra la población civil e incluso insinuaba agresiones entre los mismos indígenas[16].

También en Guardia indígena, guerreros de paz se recogen las versiones tanto de los líderes indígenas como del Ejército frente a lo sucedido durante la toma de Cerro Berlín, incluido el mismo Sargento de la famosa imagen antes mencionada, que como evidencia el documental, ni era un soldado ni mucho menos estaba indefenso. Sin duda, la presencia de equipos audiovisuales en este tipo de sucesos, se ha convertido en un freno a los abusos de autoridad. En su momento, muchos se preguntaron si los militares con un fusil en la mano habrían soportado tal presión de la Guardia Indígena de no haberse encontrado expuestos por cámaras fotográficas y de video.

Por supuesto el documental atiende el propio título y resalta la labor de la Guardia Indígena, galardonada en 2004 con el Premio Nacional de Paz, por representar un mecanismo de gobernanza para el mantenimiento del orden y la defensa del territorio. Y así lo señala uno de los líderes entrevistados en el documental, “defender del territorio es un hecho de paz”.


Nuestra voz de tierra, memoria y futuro (Rodríguez & Silva, 1976-1981)
Fuente: http://www.patrimoniofilmico.org.co/anterior/noticias/181a.htm 
 

 “Cabe anotar que sólo a partir de la década de los 90,  
gracias al trabajo de “transferencia de medios” de realizadores como
Marta Rodríguez, es que el cine empezó a ser un 
medio de expresión desde las propias comunidades.”



Adicionalmente, y como parte del movimiento rural que se viene gestando en el país y del que se sienten parte los pueblos indígenas del Norte del Cauca, el documental reseña el Paro Nacional Cafetero que tuvo lugar en febrero de 2013, y la toma de la Vía Panamericana por parte de los pueblos indígenas del Cauca.  De nuevo, se incluyen testimonios del Comandante de la Policía del Cauca y apartes de un noticiero independiente.

En este punto cabe resaltar la diferencia que en lo narrativo se hace evidente frente a los dos documentales producidos por ACIN. La producción de Discovery Channel resalta fundamentalmente tres líderes indígenas del Cauca, a saber: Feliciano Valencia, Luis Acosta y Aída Quilcué, quienes ostentan el título de Maestros de la Sabiduría entre sus comunidades. Por su parte, en Somos alzados en bastones de mando como y País de los pueblos sin dueño, los líderes son protagonistas en el específico contexto de cada uno de los documentales y en cumplimiento de su rol frente a la comunidad. La entrevista es una herramienta usada dentro de los mismos acontecimientos.

Al mismo tiempo, en el reconocimiento del esfuerzo comunitario de la Guardia Indígena, la producción de 2013 relata la labor de Yeiner Ulcué, un joven indígena en proceso de formación y su andar entre la Escuela de la Guardia Indígena y su labor de custodio y en los episodios que se narran durante el documental. En ese sentido, los documentales de ACIN dan muestra del sentido colectivo de la Guardia Indígena, resaltando la labor no de uno sino de todos sus miembros, entendidos como uno solo ente. Así mismo, en este par de documentales es constante la referencia al bastón de mando de manera simbólica, resaltando su importancia desde su elaboración por parte de cada miembro de la Guardia Indígena, en tanto representa un esfuerzo personal a favor de la comunidad.

Desde un enfoque político, es clara la diferencia en el tono reivindicativo de la narración de los documentales realizados por ACIN con el tono institucional del documental realizado por Discovery Channel en 2013. Como ya se anotó antes, este último presenta mediante entrevistas, y no sólo a través de los apartes de noticias y de declaraciones oficiales, la versión tanto de indígenas como de los miembros de gobierno y fuerza pública, intentando dar un equilibrio en perspectiva de una y otra posición frente a determinados hechos.

Esta diferencia en el nivel narrativo tiene que ver con la ya mencionada doble dimensión comunicativa y esencialmente política de la que gozan las producciones indígenas, que dan cuenta de un propósito tanto al interior de las comunidades como hacia fuera de ellas. Por su parte, dadas las exigencias del formato, en el documental de 2013 es evidente que su nivel narrativo va de la mano del técnico. Claramente desde la pre-producción se ha definido un guión, donde la voz en off resulta fundamental para el contexto de las imágenes que requiere el espectador nacional y latinoamericano al que va dirigido; un público no indígena al que se le quiere contar quiénes son estos guerreros armados sólo de bastones.

No quiere decir esto que en las producciones indígenas no haya una relación entre lo técnico y lo narrativo[17], sino que dadas las circunstancias de estas producciones in situ de las movilizaciones y mingas que determinan el registro, no se podría hablar un plan de rodaje en estricto sentido, sin perjuicio del plan de trabajo trazado por los realizadores y la labor de edición que por supuesto observa cierta rigurosidad técnica en la posproducción.

Y es en razón del público al que se dirigen estas películas que se manifiesta otra diferencia fundamental. Aunque en Somos alzados en bastones de mando y País de los pueblos sin dueño se pone en contexto el espacio y tiempo en el que suceden, no son tan minuciosos y explicativos como en el documental de 2013, pensado para un público más amplio: espectadores de televisión pública y por suscripción en Colombia y Latinoamérica.

Guardia Indígena, guerreros de paz se dirige sobre todo a un público masivo no indígena, que muy seguramente poco o nada conoce de estas dinámicas, y se propone contar la historia de este movimiento de la sociedad civil no armada. En este sentido, es de resaltar que de las cinco propuestas seleccionadas para la realización de los documentales en Colombia por Discovery Channel, dos tienen un contenido étnico[18].

En cuanto a las películas de producción indígena, puede decirse que el público es particularísimo en lo que a las propias comunidades se refiere, en tanto no son meros espectadores sino que al hacer parte de la producción misma y no sólo como protagonistas, se convierten en tomadores de decisiones[19]. Por su parte, el público no indígena de estas producciones es más bien especializado y particularmente interesado en temas indígenas, y esto se hace evidente en las Muestras y Festivales de este tipo de películas.

En todo caso, para uno y otro espectador, las películas realizadas por colectivos indígenas tienen además de propósitos de difusión, uno muy importante de preservación de la memoria de los pueblos indígenas sobre sus luchas como movimiento social. Como se dijera en la introducción de uno de los Encuentros de Saberes del Daupará 2013[20]: “El cine indígena es más que una obra de arte, es una estrategia de comunicación”

Por último, y como ya se mencionó unos párrafos antes, esta película echa mano de imágenes  de las mismas organizaciones indígenas en sus producciones. Al ser evidentes apartes de documentales como Somos alzados en bastones de mando, podría decirse que son las producciones indígenas quienes mejor proveen información sobre el acontecer de sus luchas, por encima de los noticieros nacionales o regionales, que en numerosas ocasiones no cuentan con el acceso al lugar en el momento de la movilización, ni registran todo aquello que sucede al interior de las comunidades y del movimiento indígena como hecho político.

Sin duda, quedan en el tintero elementos por revisar en cada una de estas producciones, sobre todo en la relación comparativa trazada desde el inicio del texto, por lo que más que una conclusión, valdría la pena dejar abierto un debate alrededor de una apuesta por la promoción del respeto por la diferencia y la visibilización de un país multicultural, a partir de la comprensión del cine y video indígena como herramienta socializadora de una lucha social.



[1] Se puede mencionar como antecedente el trabajo que Marta Rodríguez y Jorge Silva realizaron en 1980 a solicitud del CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca). Se trata del documental La voz de los sobrevivientes, el cual contó por primera vez con la activa participación de los indígenas en la producción. Este documental serviría de testimonio ante el Tribunal Russel de Holanda de las violaciones de DDHH ocurridas en la región durante el gobierno de Julio César Turbay (1978-1982). En: Mateus, Angélica: El indígena en el cine y el audiovisual colombianos: imágenes y conflictos, Bogotá: La Carreta Editores E.U., 2013, p. 97
[2] Mateus, Angélica, p. 98.
[3] Ídem, p. 97.
[4] El CRIC forma parte de la Organización Nacional Indígena de Colombia  (ONIC), que en 1982 confederó a varias de las organizaciones regionales y locales.
[5] Mateus, Angélica, p. 119.
[6] ACIN forma parte del CRIC, el cual está conformado por asociaciones de cabildos. El cabildo es la figura de autoridad de origen colonial que supone el régimen comunal de los resguardos de tierras y el gobierno propio. En: Sánchez Gutiérrez, Enrique; Molina Echeverri, Hernán (Comp): Documentos para la historia del movimiento indígena colombiano contemporáneo, Bogotá: Biblioteca básica de los pueblos indígenas de Colombia. Ministerio de Cultura, 2010, Tomo I
[8] Mateus, Angélica, p. 124.
[10] Mateus, Angélica, p. 124.
[11]La Guardia Indígena se concibe como organismo ancestral propio y como un instrumento de resistencia, unidad y autonomía en defensa del territorio y del plan de vida de las comunidades indígenas. No es una estructura policial, sino un mecanismo humanitario y de resistencia civil. Busca proteger y difundir su cultura ancestral y el ejercicio de derecho propio. Deriva su mandato de las propias asambleas, por lo que depende directamente de las autoridades indígenas. Surge para defenderse de todos los actores que agreden sus pueblos, pero solamente se defienden con su “chonta” o bastón de mando, lo cual le imprime un valor simbólico a la guardia. En Internet: http://www.cric-colombia.org/portal/guardia-indigena/. Consultada el 4 de noviembre de 2013.
[12] Mateus, Angélica, p. 124.
[13] Al respecto señala el Cuaderno de Cine Colombiano # 17A: La red internet representa una nueva alternativa que permite a las organizaciones indígenas establecer un contacto directo e inmediato con otros movimientos sociales del país, así como con la comunidad internacional.
[14] Los Sitios naturales sagrados son espacios de especial valor espiritual para los pueblos y comunidades. Áreas de agua o tierra donde la naturaleza se conecta con el universo superior y la memoria colectiva o individual se unen en formas significativas. En: Sitios Naturales Sagrados, UICN (2008)
[15] Ver minuto 16:00. En Internet: http://www.youtube.com/watch?v=REeyPEGYAWM
[16] Ver minuto 19:25, Ídem
[17] Señala Rosaura Villanueva de Cinemiga: “cuando a nivel cinematográfico se habla de formar un público se refieren a lo técnico, desde la mirada indígena se habla de formación en el ámbito espiritual, apropiación y posición política de las comunidades.”. Encuentro de Saberes de la 5a Muestra de Cine y Video Indígena en Colombia, Daupará 2013, realizada en Bogotá del 14 al 17 de noviembre.
[18] Además de Guardia Indígena, guerreros de paz, también fue seleccionado y producido en este formato: WEJYA, vientos de resistencia, documental que relata la historia de dos niños y un maestro que sueñan con ser parte de la Orquesta Caucana de Vientos y su proceso en una comunidad guambiana en el Departamento del Cauca.
[19]Al respecto, Rosaura Villanueva de Cineminga, denomina a las comunidades indígenas como público de primera línea, en tanto los realizadores deben contar con la aprobación de la comunidad sobre los registros. Es la comunidad que revisa y aprueba, muchas veces en Asambleas, lo que debe mostrarse y cómo mostrarse por parte de los realizadores. En este sentido, hay una doble relación entre la comunidad y los realizadores audiovisuales. Notas personales de la conferencia hecha por Rosaura Villanueva durante el Encuentro de Saberes del 16 de noviembre en la Cinemateca Distrital en el marco de la 5a Muestra de Cine y Video Indígena en Colombia, Daupará 2013, realizada en Bogotá del 14 al 17 de noviembre.
[20] 5a Muestra de Cine y Video Indígena en Colombia, realizada en Bogotá del 14 al 17 de noviembre de 2013. 







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