domingo, 26 de enero de 2014

Sumas y restas y la encrucijada del discurso fílmico ante lo real



David Bello Ceballos*
* Realizador de documentales institucionales y docente universitario de la Universidad Manuela Beltrán, CUN, Sergio Arboleda y Politécnico Gran Colombiano. Realizó Estudios Cinematográficos y Audiovisuales en la Universidad Paris, La Sorbona (Licence y Maîtrise). Es egresado de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia (sede Bogotá). Actualmente es Representante al Consejo de Arte, Cultura y Patrimonio en la Localidad de Teusaquillo por el sector audiovisual desde el 2010.



Sumas y Restas, Víctor Gaviria, 2004
Fuente: www.proimagenescolombia.com 


 Existe una gran preocupación y sobre todo confusión en torno al carácter realista, ver excesivamente realista de películas que se ocupan de la difícil y conflictiva realidad histórica  de nuestro país. El presente escrito surge de la pregunta por cómo el cine, y en un sentido extensivo, aquello que desde algún tiempo y con el advenimiento de nuevas tecnologías podemos denominar ampliamente el audiovisual o la imagen en movimiento, puede devenir una obra de arte, que desde la ficción, plasme la realidad de una determinada colectividad. ¿Es decir, en qué condiciones es posible hablar de realismo en el cine?

En este ensayo, por cuestiones de tiempo más que de espacio, me voy a concentrar en la forma como esa cuestión es abordada en Sumas y restas de Víctor Gaviria (2004).


Sumas y restas:

Sumas y Restas, Víctor Gaviria, 2004
Fuente: www.proimagenescolombia.com

Como primera medida veamos de qué se trata está película y el contexto de su realización. Sumas y restas es una película del 2004 financiada con dinero obtenido del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, Ibermedia y en coproducción con España.

La película narra la historia de Santiago un típico miembro de la clase media alta profesional de Medellín quien aunque no duda en consumir cocaína con sus amigos, ni en aceptar que uno de ellos se haya mezclado en este tipo de negocios, en primera instancia rehúsa comerciar con el polvo, así no tenga objeción en venderle sus inmuebles a individuos relacionados con este negocio ilegal. Presionado por la crisis económica sus escrúpulos van desapareciendo hasta cuando, en aras de salvar su negocio de construcción, en crisis, y acosado por los problemas económicos, a través de un amigo de la infancia entra en contacto con un personaje que tras la fachada de un taller de mecánica opera un negocio de producción y comercialización de cocaína.

Lo que en principio parecía ser un simple trato profesional para llevar a cabo proyectos inmobiliarios poco a poco lleva a Santiago a involucrase, de diferentes maneras, en el narcotráfico. Todo parece ir de maravilla  hasta cuando los “negocios” empiezan a salir mal. Por último, como fruto de lo anterior y resentimientos personales del capo hacia Santiago éste es entregado a una banda que lo retiene a fin de obtener un rescate por su liberación.

La idea de hacer la película le surge a Víctor Gaviria de un caso real, el secuestro del que es víctima un amigo suyo y en que está involucrado su socio, un narcotraficante. Esta historia le sirve a Gaviria para indagar sobre el tema del narcotráfico y cómo esta empresa criminal permea todas las capas de la sociedad de Medellín y de toda Colombia, sin advertir los peligros que esto implicaba. A partir de esta historia Gaviria comienza un proceso de enriquecimiento del contexto del mundo del narcotráfico que la rodea en base a testimonios que recolecta tanto de diversas personas que vivieron en ese mundo o que estuvieron en algún momento de su vida cercanos a él, como de aquellas que participaron en el proceso de casting que se hizo para escoger los actores naturales que fueron escogidos para representar a cada uno de los personajes. De allí surgen detalles de los comportamientos, hábitos y usos lingüísticos de las personas que pueblan este medio y que construye la versión final del guión y sobre todo de la puesta en escena que es donde reside, según Gaviria, la riqueza principal de la película como documento.

Lo real, la realidad y el cine una cuestión que sobrepasa la apariencia:

Tal y como corresponde al medio al que le estamos haciendo la pregunta, el cine; la cuestión del realismo sobrepasa “la apariencia” de lo evidente e implica como señala Camila Bejarano Petersen, en el ensayo Realismo y estética audiovisual, el caso del cine clásico”[i], la inauguración de discusiones que implican pensar tanto en el dispositivo como tal, como en el estatuto de las películas, así como en aspectos ligados al lenguaje y a procedimientos poéticos y estéticos.

La cuestión del realismo considerada más allá de lo planteado por el movimiento estético heredado de aquel proveniente del siglo XIX, plantea cuestiones que sobrepasan, como dice Bejarano “…una supuesta adecuación a una realidad extra-discursiva, sino que devienen del «efecto de verdad» configurado a través de juegos de lenguaje específicos.”[ii] Lo anterior, según la autora, perfila la posibilidad de poder hablar de distintos modos de realismo cinematográfico.

 Evocando lo que André Bazin decía en su momento sobre la fotografía y sobre todo sobre el cine en su ensayo Ontología de la Imagen fotográfica y tal y como lo señala Denis Lévy en su ensayo Le Realisme au Cinéma[iii], el cine, como dispositivo tecnológico se presenta, en un momento dado, como el instrumento técnico que más eficazmente permite crear, como espectáculo, la ilusión de realidad. Es así como en los  albores del cine habría una especie de naturalismo original en la medida que el cine bajo lo que Lévy denomina “el efecto Lumiére” se reduce el a su función de aparato toma vistas, “a efecto de reportaje, a constatación interminable del estado de cosas”[iv].

Sin embargo, y muy paradójicamente a mi modo de ver, según Lévy “…toda la Historia del Arte del Cine es la Historia de los esfuerzos de las películas por separase de “la ‘vida tal cual es’, de la naturaleza del cine, es decir, es la Historia del esfuerzo de las películas por conquistar también aquello que Alain Badiou llama, posterior a Andre Bazin, su impureza.”[v]

Lévy denomina realista al cine clásico no en el sentido banal del término, como reflejo exacto de la realidad, que como señalamos corresponde, para él, más bien al término de naturalismo, sino en el sentido filosófico de realismo platónico, tal y como lo entiende  Bazin; según el mencionado autor este término trata de la necesidad de expresar la significación a la vez concreta y esencial del mundo. El cine clásico deviene realista en la medida en que está creado sobre la base de un sistema de principios éticos (ideológicos) y estéticos (Principios formales y convenciones; esto se irá aclarando a lo largo del presente escrito), a partir de los cuales genera un discurso, es decir, es capaz de producir ideas.   Levy señala que “La naturaleza técnica del cine no se presta a la sistematización sino bajo la condición del arte, es decir bajo la condición de producir ideas. El cine debió construirse un sistema de principios formales que funciona para el arte del cine como podríamos decir  muy metafóricamente, funciona el lenguaje para el pensamiento conceptual.”[vi] Para efectos de unificar criterios entre lo que Lévy llama el sistema realista y el cine clásico que lo encarna, y así  evitar confusiones, llamaré realismo clásico a el realismo planteado desde esta cinematografía.

Sumas y Restas, Víctor Gaviria, 2004
Fuente: www.proimagenescolombia.com

Si bien es cierto que dentro del realismo clásico existen una serie de principios para acercarse  a lo real que plantean la existencia de diferentes tipos de realismo, todos ellos surgen, sin embargo, de una misma aproximación fundamental a lo real que Lévy identifica con el  romanticismo; según Lévy “El sistema realista, como vemos, se presta a una estética romántica, que ve en el arte una encarnación de la Verdad.”[vii]

De todo lo anterior las consecuencias que son importantes retener por el momento son que el sistema realista clásico, en general, se establece sobre una tensión entre lo que Lévy llama a) la transparencia de las operaciones formales y la esquematización y b) el proceso de Identificación.

Fundamentalmente Lévy entiende por Transparencia “la concesión hecha a lo natural”; es decir el hecho de que todos los recursos formales propios del cine, los artificios (decorados, maquillaje, actuación, etc.), así como la misma ficción, no deben perjudicar la ilusión de realidad. La fuerza del realismo clásico “…consiste en hacer creíbles universos sin referente real, de hacer que el incrédulo crea, durante lo que dura una película”[viii]; así la diégesis, es decir el mundo que se nos presenta, sea lo más alejada posible de la realidad; es por eso que el cine fantástico es para Lévy  un ejemplo paradigmático del sistema realista clásico.

La esquematización del objeto consiste para Lévy en el hecho de que todo aquello que es mostrado es estilizado a fin de poder soportar, agenciar, una idea, bien se trate de situaciones, personajes, acciones o hechos; en este último sentido, encontramos que  incluso una preocupación por lo real, en el sentido de lo concreto, queda inmersa dentro  de un esquema de la significación, dentro de “un efecto de verdad” como bien lo advierte Camila Bejarano.

En cuanto a la Identificación, ella consiste principalmente, para Lévy, en la vía de identificación primaria  con el mundo ficticio que se nos presenta, con la diégesis y por tanto consiste en la puerta de entrada propiamente dicha a la dinámica  del sistema realista clásico. Abría un segundo tipo de identificación segundaría que correspondería a la consabida identificación con los personajes y que como se sabe obedece a toda una serie de consideraciones, que por el momento no es pertinente tratar aquí.

Para Lévy el cine hollywoodiano constituye la principal configuración artística identificable bajo sistema del realismo clásico e incluso lo considera como uno de los primeros en haberlo perfeccionado priorizando el elemento de la esquematización del objeto sobre el de la transparencia y en donde por consecuencia la idea siempre ha sido tenida como principal. El nombre que recibe este perfeccionamiento en términos de Lévy es el de la tipificación; y es a partir de ella que se crean los  tipos para los principales objetos de las películas tales como los tipos de personajes que deriva en el star-system, y todas sus consecuencias; y los tipos de situaciones y tonalidades, que rigen el sistema de géneros los cuales a su vez definen los tipos de películas. A esta cinematografía corresponde también según Bazin, tal y como lo expresa en su ensayo Evolución del lenguaje cinematográfico una priorización sobre los elementos que  le agregan algo a la imagen y el hecho de que la cosa mostrada por la película es una idea de la cosa, construida en el espíritu del espectador resultado de la suma de cómo mínimo dos planos de la cosa o situación representada.

Sin embargo, cabe anotar que sobre el sistema del realismo clásico surgen otras configuraciones que corresponderían a otra suerte de elementos priorizados dentro del sistema. Bazin en su artículo llama la atención sobre una cinematografía que prioriza la realidad y lo que ella muestra como tal (a este procedimiento correspondería el planteamiento de Bazin de la epifanía de la realidad, es decir aquel de la concepción de la imagen como encarnación de la idea). En esta misma vía y como su máxima expresión aparecería el neo-realismo italiano, tan  alabado por Bazin, y su renuncia a todo expresionismo y todos los efectos debidos al montaje. Lévy advierte, sin embargo, que no se debe caer en el engaño y ver en este movimiento una ruptura con el sistema del realismo clásico, y “…del cual el solo nombre indica que se trata de una de esas tentativas de renovación “progresista” del sistema y del cual yo decía que allí no había sino una pendiente al naturalismo”[ix].

En este punto es importante hacer caer en cuenta sobre la genealogía del sistema del realismo clásico, tal y como lo advierte Camila Bejarano, ya que su origen marcara la pauta de su devenir, incluso después de su decadencia y aún más allá de su disolución, y lo que es más importante y fundamental, para nosotros, constituyéndose en la pauta para generar los posibles disensos.

La configuración hollywoodiana y la fundación del sistema del realismo clásico surgen de un mismo acontecimiento: La obra de D. W. Griffith, principalmente de su obra El nacimiento de una nación, 1914, película que traza la ruta del arte hollywoodiano tanto en su dimensión técnica como ideológica. Lévy recalca el hecho paradójico de que esta obra inaugura el siglo XX cinematográfico heredando tanto los esquemas de pensamiento como el mismo sistema realista del siglo XIX. Sobre este asunto es muy esclarecedor el ensayo de S. Eisenstein titulado Dickens, Griffith y el cine actual en donde el autor soviético analiza y equipara la obra del escritor con la del cinematografista, y donde compara las propuestas estéticas e ideológicas de éste último con las suyas propias.

A este respecto Noël Burch plantea una interesante hipótesis sobre el modo de representación que caracteriza a la institución cinematográfica, que vincula al cine clásico: Burch señala a “…la época 1895-1929 como la constitución de un Modo de Representación Institucional (MRI), que desde hace cincuenta años es enseñado explícitamente en las escuelas de cine como Lenguaje del Cine; lenguaje que todos interiorizamos desde muy jóvenes en tanto que competencia de lectura gracias a una experiencia de las películas (en salas o televisión) universalmente precoz en nuestros días en el interior de las sociedades industriales”.[x]

Ahora bien, la estrategia del cine clásico en términos de sistema (realista) como lo considera Lévy consiste por un lado en  producir discurso es decir una significación sobre lo real, a través de la esquematización de los objetos, haciendo este discurso imperceptible, a través de la implementación del recurso de la transparencia;  haciendo cedible el universo ficcional presentado así sea por el tiempo que dura  una  película. A esto se suma el ya mencionado recurso de la “Identificación” y su principal recurso la tipificación en sus diversas modalidades, la principal de ellas El sistema de géneros. Este esquema funciona dentro del sistema realista clásico más o menos hasta finales de los cincuenta, época en que entra en crisis el andamiaje ético (ideológico) que le dio vida al sistema, aquel fundado por Griffith y fuertemente influenciado por los valores puritanos del siglo XIX anglosajón. A partir de entonces, a mi manera de ver, el  cine hollywoodense, el llamado MRI, desplaza, tal y como lo señala Camila Bejarano, su centro interés de la esquematización del objeto a la transparencia lo que genera, subsecuentemente, que se desplace la prioridad de elaborar un discurso sobre lo real hacia el afán de colmar la ilusión de realidad de lo representado en la pantalla. Cabe indicar que las anteriores condiciones no implican que no persista el componente de la esquematización, es decir que no se dé una significación sobre lo real; sino que desde el punto de vista de la significación este cine se va a nutrir de los fragmentos de su glorioso pasado, es decir de una cultura en crisis. Estilísticamente esto se va a manifestar en la influencia que los restos del sistema de la tipificación, el sistema de géneros, tienen en esta cinematografía hasta la actualidad y la enorme importancia que mantiene el principio de identificación en la forma de entrada a las películas hoy en día.

Señala Camila Bejarano que para Burch el modo de hacer cinematográfico que prevalece en la práctica cinematográfica está amarrado al modelo heredero del cine clásico “como a un campo de fuerzas ordenador que puede detectarse desde los primeros tiempos del cinematógrafo.”[xi] De modo que, siendo esto así, determinar las distancias que una determinada obra cinematográfica establece, o no, en su construcción respecto de este modelo de representación, que actúa como un campo ordenador, y sus respectivos rasgos característicos, revela  una determinada opción ante lo concreto que debe  emanar desde el cuestionamiento o reinterpretación de los recursos mismos de aquel medio de representación dominante, el M.R.I, a fin de inaugurar  una nueva representación de lo real. Valga insistir, aquí, que el presente escrito  solo pretendemos entender cómo opera este desplazamiento en Sumas y restas y hasta qué punto.

Sumas y Restas, Víctor Gaviria, 2004
Fuente: www.proimagenescolombia.com

Camila Bejarano caracteriza el MRI,  como aquel que “… privilegia un régimen de transparencia diegética que gobierna bajo el influjo de una lógica causal, la cual organiza las relaciones espacio temporales para ser percibidas como una continuidad.”[xii] Todo ello según reglas y procedimientos conocidos.

Respecto a la verosimilitud, uno de los rasgos más característico del realismo clásico, y que ha perdurado con más fuerza, como parte fundamental del mencionado Medio de Representación Institucional Camila Bejarano señala que “Una cuestión clave para entender a este verosímil de motivación realista del cine clásico, es el privilegio que establece de un campo de la producción discursiva, la diegética.”[xiii] Además agrega, de la mano de Burch, que al mismo tiempo que la diégesis y la narración que suponen una autonomía relativa, en el caso cinematográfico los procesos narrativos y diegéticos tienden a fundirse. Como consecuencia de lo anterior todo en el film se vuelca hacia lo representativo y lo ficcional y como consecuencia de ello tanto los procedimientos como los elementos que aparecen en  la película deben contribuir a la construcción de la historia. Para Camila Bejarano “…esa lógica de integración narrativa opera como clave de lectura dominante: ver cine es estar ante el espectáculo de una historia cuyo éxito – lograr la autonomía de la criatura - dependerá de la integración ajustada de cada elemento presente en la pantalla.”[xiv] Y concluye diciendo que “La estrategia del cine clásico radica, entonces, en la poderosa subordinación de todos los recursos del lenguaje a la construcción de la diégesis bajo el dominio de lo narrativo.”[xv]


Qué se puede decir de “Sumas y Restas” a este respecto?

Sumas y Restas, Víctor Gaviria, 2004
Fuente: www.proimagenescolombia.com


Preguntado por Jorge Ruffinelli sobre el carácter universal - el sentido de banalizado - del tema del narcotráfico Gaviria responde: “Eso, el hecho de que un tema, que digamos tiene una forma de presentación universal, como es el de las películas de acción, también me preocupaba  a mí mucho. Yo no quiero hacer una película de acción, pero leyendo el guión algunas personas podían entenderlo así. El guión no era bueno para nada, simplemente registraba unos hechos, y la puesta en escena era lo que le daba autenticidad.”

Y más adelante en relación al tema de la acción “Entonces ¿qué era lo que me interesaba? La forma como hablaban esos tipos…. He tratado de matizar la película con esos pequeños detalles de lenguaje… esas cosas que son de película de domingo por la noche, o sábado por la tarde…hay que tratar de que sean otra cosa también… el lenguaje es el que hace que esa experiencia universal – o por lo menos esa experiencia de acción – que realmente deshumaniza y que hace que todo el mundo esté en un engranaje, lo que lo hace humano y le da un colorido es el lenguaje… Frases que son dichas por estos manes que están haciendo un acto peligroso, un poco suicida, que los marca como personas, y son conscientes de que a lo mejor se van a morir ahí. Son pequeñas cositas. Como la Virgen, o la bendición. Esas pequeñas cosas era lo que yo trataba siempre de meter, para que fuera una película con humanidad, no una película cualquiera, pues.”[xvi] Y anteriormente preguntado por la construcción del guión en Sumas y restas dice respecto a la inclusión de detalles en el guión original a fin de presentar adecuadamente la “resonancia” del fenómeno del narcotráfico “…buscaba  algunas historias, porque de pronto estaba detrás de algunas anécdotas, detalles, vivencias que pudiera meter en la película y así enriquecerla. En ese sentido, es una enunciación colectiva. La película es muchas cosas que le han sucedido a muchísimas personas, tanto los hechos como las frases, las expresiones. Eso es lo que yo quería y no sé si se logró.”[xvii]

Visiblemente Gaviria aquí está más cercano a la propuesta del sistema del realismo clásico que va hasta finales de los cincuenta, en la medida que  privilegia la construcción de un sentido, de un discurso, no mostrándose satisfecho y por el contrario manifestando su inconformidad con el abandono de la trama al mero refuerzo de la verosimilitud de lo mostrado; es decir un privilegio del elemento de abstracción del objeto sobre el de la transparencia; claro está marcando importantes diferencias desde el punto de vista del universo simbólico desde donde se produce este discurso. En el caso de Sumas y restas el universo valorativo intenta ir más allá del universo de la ideología dominante pasando más bien por el análisis sociológico de los acontecimientos. Dice Gaviria “La historia  de todas maneras, tiene las formas de las sumas y las restas, en el sentido de que socialmente todos vivimos este momento de excitación, de armonía, de paroxismos, de euforia, que fueron  las sumas y que realmente luego cayó en lo que vivimos como restas, ¿cierto? El tema del relato moral me preocupa porque no quería hacerlo. Tampoco quería hacer un relato inmoral.”[xviii] Y hablando de las expresiones soeces de los narcos dice: “Eso era lo que me interesaba, y el narcotráfico como que reivindicó ese acceso a defendernos de un “’poder”’ que siempre había sido centralista, gubernamental. Esa, para mí, era una forma de tratar  de que la película tuviera un sentido histórico, que no fuera solamente acción, sino que realmente mostrara ese sentido profundo que tiene, esas vías de acción que no son deleznables para nada porque es la historia nuestra. El lenguaje, antes de que fuera estigmatizado, la gente lo enunciaba de pronto como si todos fueran Pablo Escobar”[xix].

Para Camila Bejarano la condición narrativa, la segunda condición del MIR “…radica en la instauración de un orden lógico de tipo causal – transformador. En el cine clásico se da, además de esta sucesión de relaciones de tipo causa-efecto que caracterizan al orden narrativo, el establecimiento de un eje que funciona organizando y concentrando la totalidad de los acontecimientos: el hilo narrativo se desarrolla según fines más o menos precisos en torno al llamado “conflicto””[xx]. Como consecuencia de esta lógica narrativa tiene lugar en la película el efecto de la transparencia, que tiene como consecuencia, según  Camila Bejarano que  “…la presencia del film se desvanece ante el universo diegético que construye; esto es, ante un referente-ficcional autoproferido.”[xxi] 

Ahora bien, respecto a la condición de la narración articulada sobre una lógica causal en Sumas y restas se puede apreciar que aunque el resultado de la película no contradice la norma, en la película hay un enorme trabajo de adecuación de material documental de distintas procedencias: La historia del secuestro de una persona de la clase media alta de Medellín que se implica en negocios con los narcotraficantes, los detalles, las anécdotas y  frases, es decir el empleo del lenguaje de las personas implicadas en el narcotráfico. Incluso la construcción de los personajes está sustentada sobre el proceso de investigación y trabajo con los actores que proceden de ese medio.
Aquí, la innovación respecto del modelo del realismo clásico, más que ser un cuestionamiento de la estructura narrativa, plantea una dramaturgia atravesada y modelada por lo real que no se queda en lo evidente de la problemática sino que intenta llegar al fondo; lo cual implica una posición interpretativa, como Gaviria mismo lo indica.

Preguntado sobre la dramaturgia de esta película dice Gaviria: “Yo entiendo que la realidad también es una autora, donde todo el mundo participa. Mucha gente produce, pero cuando se cuenta algo que la realidad misma ha producido, esto tiene su estilo. La realidad tiene un estilo de contar las cosas... Sino que yo quería también llegar hasta el fondo, y que la misma forma de organización del guión fuera como una forma donde yo no metiera mucho la mano sino que siguiera los caminos que la realidad me daba para contar el relato. Por eso me gustó la historia que me contaron, porque la forma como habían ocurrido los hechos – simplificados por quien me los cuenta- tenían un orden que me parece ya bastante elaborado. El hecho de que alguien se enreda con unos traficantes en una época en que, digamos, se habían prendido las alarmas críticas y a nadie le importaba preguntarse de dónde esta gente sacaba la plata, y aunque supieran que provenía de la venta de cocaína, eso no significaba nada para nadie”[xxii] .

En lo relacionado con los detalles y el lenguaje que para Gaviria son como la sabia que alimenta el relato principal, “…que le dan un contexto a la historia” ellos son introducidos  a partir de sus entrevistas con personas que en algún momento estuvieron involucrados en el negocio así como allegados a éste, todo lo cual incluye a sus actores. Dice Gaviria hablando del lenguaje y los actores “…es imposible enseñarles esas cosas, ¿cierto? Además, por la idea que yo tengo, de que la película debería recoger una actuación social, anterior a la existencia de la película, y que ésta solamente documentaliza”[xxiii]

Como consecuencia de lo anterior la manera como tiene lugar el rasgo de la identificación a través del proceso de tipificación en la película, desde la  aproximación cinematográfica a lo real propuesta por Gaviria en Sumas y restas, y que envuelve tanto la voluntad interpretativa  del fenómeno del narcotráfico como hecho social, al que aspira la película, como la forma de asumir la construcción dramatúrgica del guión, reposa en el resultado de la  investigación que el director emprende sobre el terreno, lo más cerca posible de los actores sociales del problema, y que es el resultado de todos los procedimientos puestos en juego para indagar sobre la vivencia cotidiana y generalizada de este fenómeno social. Estos procedimientos incluyen recursos tales como la búsqueda de personas ligadas con el narcotráfico, a quienes se indagaba sobre sus experiencias, hábitos y comportamientos; la búsqueda de personas familiarizadas con los tipos sociales que corresponden a cada personaje para la construcción de éstos, así como de las situaciones; el hilo conductor de la historia, el caso del secuestro, los detalles, que alimentan toda la ambientación del narcotráfico; y el tema del lenguaje, el cual, como manifestación cotidiana de ese fenómeno social, tiene un protagonismo tan grande. Todos ellos son recursos que contribuyen a encontrar las generalidades de este hecho sociológico desde el punto de vista de lo cotidiano.

El tercer rasgo del MRI a tener en cuenta, consistente en la organización espacio-temporal de lo narrado a fin de ser percibido como una continuidad.  En Sumas y restas hay que señalar que fuera de esta función la película se construye visualmente en base a planos secuencia que intentan reforzar el componente descriptivo. Allí, incluso algunos planos generales (planos secuencia) articulados con primeros planos, cumplen una función simbólica suplementaria que se ajusta al proceso de construcción de sentido sobre lo representado. Ejemplo de esto es el primer plano cenital en de la típica frijolada paisa familiar en la casa del padre de Santiago al comienzo de la película, o bien en la finca de Santiago, el plano secuencia que va del grupo de mujeres al masculino y sus correspondientes diálogos que muestra esa duplicidad de mundos de la sociedad paisa acomodada de esa época que describe también su ethos entre machista y permeado ya por el lenguaje “traqueto”, o bien el primer plano del rostro del capo lleno de ira y de resentimiento con Santiago cuando  éste llega a darle el pésame y pedirle disculpas por no haber asistido al funeral de su sobrino, o aquel en que Santiago, una vez se ha descubierto el fraude del embarque de cocaína y él está comprometido con su primo a devolverle el dinero, revisa con angustia e impotencia el secado y la calidad del grano de café en una parodia de lo que tiempo atrás vimos hacer al capo con el sumo de cocaína en un gesto de poder y de gloria, etc.

Sumas y Restas, Víctor Gaviria, 2004
Fuente: http://www.noticiasliterarias.com/cultura/cine/Cultura_cine%2020.htm

Pero ¿Qué tan efectiva es la propuesta de acercamiento a lo real de Gaviria en Sumas y restas? A mi manera de ver, el director hace acopio en esta película de gran parte de los recursos a los que el neorrealismo recurrió. Desde el punto de vista del tratamiento de la temática abordada encontramos que utiliza un trabajo de investigación sobre el tema que nutre el relato de detalles sobre las prácticas y costumbres de los actores sociales que intervienen en el narcotráfico, incluidas las formas lingüísticas propias de la gente del medio en cuestión; y desde el punto de vista de la puesta en escena el trabajo con actores no profesionales, que sin embargo en lugar de ser los actores sociales como tales, son, en esta oportunidad, individuos muy vinculados al contexto social de que se está tratando; el rodaje en exteriores, aunque aquí las locaciones no son reales en el sentido de que existen más allá de la película; todo ello dispuesto visualmente en planos generales y planos secuencia que implican una puesta en escena que acentúa, o que parece acentuar un afán descriptivo, etc.

Pero si bien, todos estos procedimientos logran un diálogo con el contexto histórico de la obra, ellos son insuficientes a la hora de poner al espectador delante de lo real ya que todo lo anterior está dirigido a promover aquella concepción cinematográfica que cree en su cualidad reveladora de la realidad y que en tal sentido promueve un no montaje que implica un estilo que propende por la desaparición de todo estilo ante la aparición de la realidad; todo lo cual,  implica la transparencia del lenguaje que no contribuye en nada a cuestionar lo que Camila Bejarano llama “la ilusión de lo único posible” de la narratividad fílmica clásica.

Como bien se indica más arriba, en esta película se dejan de lado recursos que el Neorrealismo tuvo en cuenta y que constituyen rasgos fundamentales para reforzar el carácter indicial, descriptivo del cine que según Camila Bejarano es el aspecto que vincula en este movimiento con lo real. Según Camila Bejarano  refiriéndose al desvío respecto del modelo de representación institucional que implicaría el realismo ella señala que  “…si nos preguntamos cuándo el desvío construye realismo, la respuesta consistiría en la distinción de las operaciones que en un caso habilitan al efecto de mayor verosimilitud que asume el realismo – y que algunos autores vinculan al trabajo de producción de lazos metonímicos respecto del mundo histórico (31), respecto de los procedimientos de aquel cine que pone en tensión la tradición narrativa, pero que lo hace para ubicarse del lado de lo ficcional.”[xxiv]

Aunque uno pudiera pensar, según las declaraciones de Gaviria sobre Sumas y restas y algunos aciertos innegables de la película misma, que ella  intenta ser un fresco sociológico sobre el tema de la manera como el narcotráfico permea el conjunto de la sociedad paisa en los años ochenta, y de la sociedad colombiana, metafóricamente hablando, considero que la contundencia final de la propuesta realista del autor se ve truncada y delimitada a la esfera de la propuesta del realismo clásico de generar un discurso sobre el tema en cuestión. Tal vez esto se deba a que, aunque evita caer en un modo estandarizado de representación que dejaría la película circunscrita a los límites de lo anecdótico, la propuesta formal adelantada por Gaviria resulta insuficiente para lograr poner en evidencia el suplemento de realidad que él tanto busca obtener en la película; de manera que toda la carga realista que contienen las diferentes técnicas, por él propuesta para aproximarse a lo real pierden su efecto a la hora de juntar todas esas piezas en la película. Por lo demás, es factible que lo anteriormente descrito constituya el motivo por el cual sean posibles lecturas simplistas de Sumas y restas que la equiparan a producciones cinematográficas sobre el tema del narcotráfico mucho menos honestas.

¿Cómo lograr entonces proponer un cine, un audiovisual, que logre capturar un remanente de lo real que no se pierda en los esfuerzos del cine de ficción por conservar los principios de verosimilitud, credibilidad y transparencia y que sin embargo trabaje en función de un suplemento de realidad sin que ello implique salirse por completo del terreno de la ficciónalidad?

Analizar  esta cuestión sobrepasa el propósito del presente escrito. Sin embargo la posible salida a esta encrucijada, en términos de lo que adelantan Denis Lévy y Camila Bejarano, contendría nuevamente un componente ético y un componente estético.
En cuanto al componente ético la respuesta que Denis Lévy avanza consiste en abrirle paso a un cine que rompe con la lógica del sistema realista clásico y por lo demás con la lógica de cualquier sistema, un cine que más que ser fiel a la realidad, es fiel a lo real, en donde se reconoce que lo real no tiene sentido y por tanto no existe la posibilidad de crear un sistema de pensamiento. Un cine, en fin donde es posible la construcción de un discurso fílmico abierto y bidireccional, autor – espectador, en donde el primero se compromete a hacer partícipe al segundo con lo que se está reflexionando a partir de obligarlo a establecer, permanentemente, su propio punto de vista.

En lo relativo al componente estético Camila Bejarano, de su lado, hace una propuesta desde la categoría de significatividad de Yuri Lotman[xxv]; el cual es definido como  “…la instauración de un plus de información que al tiempo que construye un objeto – un referente  - reenvía al sistema semiótico que lo configura (28). Aclaremos que para Lotman “información” implica novedad. En tal sentido, este plus de información deriva de la frustración de un campo de expectativas.”[xxvi]

Ahora bien, extendido este concepto al cine, señala Camila Bejarano que “Dado que lo característico del cine clásico es que instituye sus procedimientos como el horizonte de expectativa que habilita la transparencia diegético-referencial, la irrupción de nuevos modos de hacer que pretenden señalar la tradición como artificio, proceden rechazando la transparencia diegética. Es decir que, al introducir nuevos procedimientos, éstos operan como desplazamientos respecto de la expectativa, y por lo tanto, habilitan cierto extrañamiento: introducen la opacidad del lenguaje. Ahora bien, en el caso del apelativo realista, se trata de una opacidad que se pretende tal respecto de la tradición (no hablar la voz de ésta, no hablar la voz del cine clásico), pero no así, respecto de los fenómenos del mundo. Es decir, que en el caso del realismo cinematográfico que se concibe como de mayor aproximación a la realidad…, ese efecto de aproximación trabaja en una relación de tensión entre los pares opacidad-transparencia: por un lado se asume que en algún punto su lenguaje captura algo esencialmente verdadero, y por otro se debe señalar a la transparencia del cine clásico como opacidad.”[xxvii]  Lo que a mi modo de ver se puede resumir como la búsqueda del extrañamiento (del espectador) frente al conjunto de normas acumuladas por el MRI. Sin embargo, es conveniente resaltar la paradoja que surge respecto del sistema clásico según las anteriores afirmaciones y que explican para Camila Bejarano el hecho de su dominación: “Refiero por una parte, al hecho de que el cine clásico, al tiempo que definía un estilo, ordenaba el privilegio del cine, de la institución cinematográfica, hacia lo narrativo y hacia lo ficcional. Mientras que el segundo rasgo, se vincula al hecho de que ese modelo narrativo establecido por el cine clásico opera como lugar de continuas referencias para la presencia o irrupción de otros estilos cinematográficos. Ya sea porque se lo respeta y se da lugar a la continuidad de la tradición, o ya sea porque habilita la referencia de los sucesivos desplazamientos y rupturas estilísticas, el cine clásico opera como campo de reglas de referencia permanente, opera como el canon.”[xxviii]

Por su lado Lévy señala que el autor debe echar mano de unos recursos propios de su arte, pero ya no siguiendo las formulas establecidas por la tradición, sino, por un lado, tomando de aquí y allá lo que le conviene, en un diálogo permanente con las distintas posibles corrientes cinematográficas a las que ha recurrido y por el otro el autor se debe comprometer, como ya se dijo, a hacer partícipe al espectador con lo que se está reflexionando a partir de obligarlo a establecer, permanentemente, su propio punto de vista.

Es así que, para Lévy como para Camila Bejarano es en esta dirección que va encaminada la propuesta de un cine moderno.

Por último, me queda la pregunta de si los dos primeros largometrajes de Gaviria, Rodrigo D. no futuro, 1990 y La vendedora de rosas, 1998, no iban por la vía correcta de plantearse estas y otras connotaciones de un cine moderno.


[i] Bejarano Petersen, Camila “Realismo y estética audiovisual, el caso del cine clásico”,Universidad Nacional de La Plata /Instituto Universitario Nacional de Arte (Argentina)
[ii] Ibid.
[iii] Lévy Denis, Le Realisme au Cinema, Texto de la  conferencia dada en Studio des Ursulines, París, Francia, el 5 de febrero de 1995.
[iv] Ibid.
[v] Ibid.
[vi] Ibid.
[vii] Ibid.
[viii] Ibid.
[ix] Ibid.
[x] Burch, N. (1987), El tragaluz del infinito, Cátedra, Madrid, pág. 17.
[xi] Op. Cit. 1
[xii] Op. Cit.1
[xiii] Op. Cit.1
[xiv] Op. Cit.1
[xv] Op. Cit.1
[xvi] Ruffinelli  Jorge , Entrevista a Victor Gaviria, Publicada en el Ojo que piensa, año 3, núm. 4, Julio – diciembre , Guadalajara, Jalisco, Mexico, 2011.
[xvii] Ibid.
[xviii] Ibid.
[xix] Ibid.
[xx] Op. Cit.1
[xxi] Op. Cit.1
[xxii] Op. Cit.16
[xxiii]Op. Cit.16
[xxiv] Op. Cit.1
[xxv] Lotman, Y. (1973), Estética y semiótica del cine, Gustavo Gili, Barcelona
[xxvi] Op. Cit.1
[xxvii] Op. Cit.1
[xxviii] Op. Cit.1

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