Luisa Fernanda Santamaría*
*Actriz, Maestra en Arte Dramático egresada de la
Universidad de Antioquia y actualmente haciendo la Maestría en Escrituras
Creativas - énfasis Guión Cinematográfico de la Universidad Nacional (Sede
Bogotá).
La vendedora de rosas, Víctor Gaviria, 1998 Fuente: www.proimagenescolombia.com |
Quiero hablar sobre un tema que
encontré al asistir a la Catedra Cinemateca, la película La vendedora de rosas de Víctor Gaviria la cual comentamos en una
sección de debate, para la cual había que leer escritos, documentos y
entrevistas sobre el tema, momento que me motivó muchísimo a escribir este
ensayo. En él quiero llegar a una conclusión, examinando el proceso de mi
experiencia como actriz de formación y el proceso de los actores naturales de La vendedora de rosas.
Cuando me presenté a la carrera
de Teatro en la Universidad de Antioquia, para poder pasar, primero me tocó
realizar un examen de inducción que duro quince días. Allí había pruebas de
cuerpo, voz, canto, aptitud y actuación. La prueba de actuación consistía en
presentar un fragmento de una escena que el jurado le asignaba a cada
participante. Todos los días se entrenaba el cuerpo y la voz, alrededor de tres
horas para después pasar a realizar las pruebas. Fue muy agotador, pero mi motivación era más fuerte que los
cansancios del cuerpo, ya que cuando decidí estudiar Teatro, abandoné una
primera carrera que no me satisfacía. Entonces sabía que me estaba jugando el
destino de mi vida. En mi infancia y durante mi adolescencia había perdido varios seres queridos como mi
padre y mis dos abuelos, suceso que me marcó para siempre; este fue mi motor principal
para someterme a tales pruebas. Finalmente
las pasé, pero no había pasado como tal a la carrera, pues faltaba hacer
el Preparatorio que duraba seis meses. Sólo después de superar esta fase, según
los jurados, comenzaba la carrera de teatro.
Inicié el preparatorio y por
suerte me dio clase un profesor que se llama Elkin Holguín, fue muy interesante
porque trabajamos la parte emocional en la creación; era un preparatorio muy
estricto, pues las clases comenzaban a las seis y media de la mañana y se
terminaban a las ocho de la noche y a veces programábamos ensayos hasta las
diez. Sus clases de actuación siempre comenzaban con el calentamiento del
cuerpo; además veíamos otras materias como Taichí, Expresión corporal, Música y
rítmica, Técnica vocal, e Historia del teatro. La prueba final la presenté con
una compañera y montamos una obra con los momentos más dolorosos de nuestras
vidas. El trabajo fue bastante complejo pero contamos con el acompañamiento y
la asesoría del profesor, quien además nos enseñó muchos códigos y conceptos
para llegar a la puesta en escena de todos esos sentimientos y emociones a
través de imágenes poéticas. Finalmente después de tener listo el ejercicio, se
presentó al jurado y al público.
Una vez me avisaron que había
pasado a la carrera de Teatro, comencé el primer semestre, en donde aprendí lo
que era una acción dramática. Allí no se trabajaba a partir de nuestras
historia personales, leíamos a Stanislavsky y demás autores para comprender la
teoría y después la practicábamos en la escena.
Ya en el segundo semestre vi
Situación, en el tercer semestre Estructura, en el cuarto semestre
Improvisación, en el quinto Personaje, en el sexto Nuevas Tendencias, en el
séptimo Montaje y en el Octavo Proyección.
En el semestre de Montaje,
construimos la obra Telaraña de Eduardo Pavlovsky,
que escogió la directora. El tema de la obra eran los conflictos entre madre e
hijos y la ausencia del padre. Esta obra fue creada a partir de nuestras
búsquedas personales; era un trabajo experimental y con acciones de carácter
fuerte y realista al tratar un tema o un problema que inmiscuía a cualquiera
persona en la sociedad. Para este
montaje final con el que terminaba la carrera se contaba con un equipo técnico:
director, diseñador de escenografía, diseñador de maquillaje, diseñador de
vestuario, luminotécnico y un músico que compusiera la música para la obra de acuerdo con la
atmósfera y lo que se quería transmitir en cada escena. Ya en el octavo y
último semestre, llamado Proyección, presentábamos la obra Telaraña durante una temporada de seis meses, adentro en la
Universidad y en diferentes teatros de Medellín como:
Caja Negra, Hora 25, Porfirio
Barba Jacob y en diferentes Festivales Universitarios de Medellín, en el
Festival Internacional de Teatro en la ciudad de Manizales, el XVI Festival
Interuniversitario de Teatro en la Alianza Francesa, XVI Festival
Interuniversitario de Teatro en la Casa de la Cultura de Rionegro, Festival
Municipal de Teatro en Sabaneta, Festival Municipal de Teatro en Caldas y en
dos Festivales de Bogotá: el Festival Internacional Mujeres en
Escena por la Paz y el Festival Alternativo. Después de todo este proceso y una
vez terminando el proyecto de grado que era parte del trabajo actoral, me pude
graduar, recibiendo el título de Maestra en Arte Dramático. Ya se suponía que
estaba lista para actuar.
La vendedora de rosas, Víctor Gaviria, 1998 Fuente: www.proimagenescolombia.com |
Aprender
todos estos elementos como herramientas en la actuación es muy útil e
importante pero también existen otros caminos como es el de los actores
naturales, tal como se ve en la película La
vendedora de rosas, en donde se comienza un proceso también de rigor y de
mucho compromiso, pero en el cual se crea partir de lo experimental: los
actores no conocen a primera instancia el guión, no conocen técnicas, pues
ellos son los personajes; por tanto no deben aprender gestos y lenguajes, ni
construir partituras de movimiento, pues ellos son el material que el director
debe saber poner a actuar. Es un proceso que busca conceptos y estos guiarán la
intuición del equipo técnico, pues el guión de la película se construye simultáneamente
en el proceso de casting y ensayos, los personajes resultan también durante las
improvisaciones en donde los actores narran sus vivencias e historias y estos
relatos arrojan los lugares, los textos y los conceptos de la película. Y si un
actor en su entrevista da características para el personaje principal o ya sea
que les falte poner más intensidad a otros personajes lo adoptan de allí. Los
conceptos se abstraen en la mayoría de los casos de frases o dichos populares
que los niños de la calle expresan en determinada anécdota. He aquí lo valioso
de los personajes narradores que cuentan pero al mismo tiempo hablan de lo que
son y de esta forma inconsciente ya están actuando.
Quería
hablar de los actores de formación y de los actores naturales no sin antes
hacer una lista de lo que debe uno aprender en la escuela para poder
simplemente actuar, pues no quiero decir que un camino está mal o el otro bien.
Lo que quiero es hablar del rol social que cumple el actor, independiente de si
logra ser una persona exitosa. Obviamente cuando uno entra a la Universidad
ocurre un cambio y este es debido al entrenamiento constante, pues el ideal es
el llegar a ser el actor perfecto en el sentido de que no puedes tener vicios,
debes cumplir con los horarios, ensayar los parlamentos y aprender las
partituras de movimiento. Son técnicas que te hacen dejar de vivir, de conocer
a otras personas, te aíslan de la realidad a tal punto que logras creer que de
esta profesión se puede vivir y que con ella vas a solucionar los conflictos
sociales del país.
En cambio
los actores de La vendedora de rosas
continuaron su realidad, unos continuaron viviendo en las calles y a otros los
mataron y la protagonista terminó en un final que no es propiamente de cuentos
de hadas, a pesar de que se vuelven momentáneamente famosos y son vistos por
muchos directores y gente importante del medio. A lo que quiero llegar es a que
mientras a nosotros los actores de formación nos mantienen aislados y nos
quitan nuestras vidas reales dizque para poder ser otros, hay trabajos como La vendedora de rosas, donde el actor
se mantiene cerca de su realidad, sabe qué pasa a su alrededor y no se está
inventando un mundo fantástico.
Porque
después de que uno se gradúa como actor de la Universidad de Antioquia y sale
al mundo real a buscar oportunidades, se da cuenta de que en Colombia no existe
ese mundo fantástico, el de poder ejecutar el arte como parte esencial de la
humanidad, finalmente se da uno cuenta que salvar el mundo a través del arte es
muy difícil, pues hay que estabilizarse primero en todos los sentidos para
poder proponer y es esa la dificultad que se
presenta no solo en los actores de formación sino también en los actores
naturales, nos demoramos bastante para alcanzar la estabilidad, debido a
nuestra realidad, a nuestro entorno y si le sumamos a eso la mala concepción
que las familias tienen con el ser actor, pues siempre están presionando,
quieren verlo a uno en la televisión, en la pantalla grande y nuestras búsquedas personales son indiferentes
a ese sueño que la sociedad idealiza en un actor y que todo el sistema presiona
para que vean que lo importante de ser actor es lograr conseguir la fama, el
reconocimiento e ignoran que detrás están otros valores más importantes que el
llegar a ser famoso, como es el poder pensar positivamente en medio de un país
tan violento como el nuestro, querer ayudar, ser sensible ante el dolor ajeno,
ser una persona humana que siente y que no es capaz de hacer daño, este es uno
de los grandes valores, además de poder cultivar en la sociedad valores que se han perdido por el a fan de
conseguir dinero.
Otra parte
que se desconoce o que no se tiene en cuenta es el origen del teatro y de los actores,
que esta práctica artística nace en nuestro país más que todo es en los barrios
para beneficiar personas de escasos recursos que desean soñar y plasmar y
transmitir todos sus sentimientos a la sociedad a través de la expresión
artística o en otros casos son jóvenes que están metidos en bandas, que viven
en las calles, que tiene un mal hogar, que sus padres son violentos y encuentran
en el teatro en la actuación, un lugar o un refugio en donde pueden pensar y
sentirse diferentes, en donde pueden cambiar su forma de habitar el mundo y estas búsquedas personales son mucho
más valiosas que ser famoso, no solo la forma o lo exterior es lo que importa
en el oficio de la actuación, también los objetivos personales son vitales para
que cualquier ser humano pueda ser feliz y ser digno de su realidad,
independiente de cual le haya tocado vivir.
- Gaviria, Víctor, Como poner actuar pájaros, Colombia,
1998. (Detrás de cámara de La vendedora de rosas)
- Zuluaga, Pedro Adrián.
Entrevista a Víctor Gaviria, Carlos Henao y Diana Ospina.
- Osorio, Oswaldo. El
actor Natural siempre lleva su vida a cuestas. Entrevista con Víctor Gaviria”,
por Oswaldo Osorio. Revista Kinetoscopio # 81. Diciembre de 2007
Creí estar leyendo al principio una disertación sobre el precio que tuviste que pagar para ser Maestra en Arte Dramático, pero luego me di cuenta, que vas más allá. Es un escrito sorprendente, de lo que se aprende, por dos caminos diferentes y que al final llevan su impronta propia. La realidad de unos y la fantasía de otros. En verdad me has sorprendido compañera de Cátedra. Qué ensayo tan significativo, para mí y para todos aquellos que hemos elegido la actuación como nuestra vida.
ResponderEliminarUn saludo!
Te comparto el mío: http://catedracinemateca.blogspot.com/2014/01/un-tal-adolfo-x.html
Muchas gracias por tu reconocimiento... Lo bonito de escribir y actuar es poder transmitir lo que en esencia se esta sintiendo y viviendo. Para de este modo entre todos comprendernos y apoyarnos mutuamente.
ResponderEliminarLuisa Santamaría
Gracias por tu reconocimiento en esta ardua labor de la escritura y aun más por que cuando se es sensible se debe de plasmar los sentimientos a través de las palabras.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar