sábado, 16 de noviembre de 2013

Animación de No Ficción: Documental Animado.






















































El documental animado: cómo dar testimonio de lo que no se ve


El documental animado:
cómo dar testimonio de lo que no se ve

Pequeñas voces, Jairo Carrillo y Oscar Andrade, Colombia,  2011

Por: Mauricio Durán
Profesor Pontificia Universidad Javeriana

Charles Sanders Peirce encuentra en los signos y las imágenes tres grandes potencias principales: como icono, como símbolo y como índice. No se trata de una clasificación de las imágenes, como de observar las facultades que estas tienen para referir a un mundo concreto, aunque no necesariamente real. Las imágenes pueden reproducir el mundo de forma muy cercana a como este es percibido por nuestros sentidos (ante todo la vista); pueden simbolizar aspectos del mundo gracias a convenciones preestablecidas por una comunidad que las usa; o, pueden ser la huella de algo o algún hecho que se dio en algún momento, huella de la que se deducen sucesos pasados. La imagen es entonces tanto icono, como símbolo e índice.

Lo icónico es aquella facultad que permite hacer un simulacro de un mundo real o imaginario, dando una ilusión casi perfecta de ser ese mismo mundo. Permite representar la realidad de forma muy cercana a como esta es vista. Se exhibe en reemplazo de aquello a lo que se asemeja casi perfectamente. A la ilusión que permite una imagen mediante la perspectiva renacentista se agrega el verismo de la imagen fotográfica, y a esta el movimiento de la imagen cinematográfica. Al acostumbramiento de la ilusión de las primeras imágenes técnicas en movimiento se hace necesario agregar sonido, sonidos estéreo y cuadrafónico, color, pantalla ancha y cinerama, 3D y tridimensionalidad, sensurround y otros tantos efectos que la industria del entretenimiento ilusionista debe procurar a sus espectadores ansiosos de nuevos simulacros realistas.

Lo simbólico requiere de una convención social para que represente a esta comunidad un objeto, fragmento o aspecto del mundo, sea este visible (objetual) o invisible (conceptual). El símbolo expresa de manera sintética o abstraída elementos del mundo importantes para esta comunidad, tan importantes que se han convertido en símbolos religiosos, patrios, afectivos, cognitivos, etc. En gran medida representan aspectos o elementos del mundo que no se pueden representar de manera icónica: Dios, la patria, el amor, el saber, las matemáticas, etc. El arte y los artistas buscan ir mas allá de la representación de la realidad, para referirse a sensaciones, emociones o conceptos, que la misma imagen del mundo tapa. Requiere de referirse a través de expresiones simbólicas, o que buscan convertirse en símbolos de algo, para desocultar, revelar y hacer ver lo que no había sido visible. La obra de arte abre la percepción, nos enseña a ver. Una obra trascendente para cada quien, es aquella que le ha permitido ver algún aspecto de manera diferente, de manera inédita, le ha enseñado algo más que estaba ahí pero no había sido captado.  

Lo indicial es todo aquello que guarda un aspecto de algo que sucedió o estuvo allí, frente a esta huella, pero que ya desapareció. La imagen indicial se produce por un contacto directo con aquello que ya no estae, es la huella de algo que sucedió. El índice, aunque no sea icónico, permite deducir que algo estuvo o sucedió allí, en “el lugar del crimen”, quizá; y aunque no sea un símbolo permite interpretar algo gracias a una deducción inteligente, más que a una convención. El indicio da testimonio de algo que pudo haber sido, pero hay que saberlo leer, interpretarlo. Es una imagen, que aunque no represente visualmente o simbólicamente un mundo o una parte de este, puede convertirse en prueba fehaciente, testimonio de un hecho, lo que permanece de aquello que ya sucedió.

Aunque las tres facultades aparezcan en la imagen cinematográfica, puede decirse que se vinculan en mayor medida o intensidad con los tres grandes géneros, usos o técnicas cinematográficas de la historia del cine: la ficción, el documental y la animación. La ficción que siempre ha buscado un gran efecto ilusionista en su representación de lo real, sea esta imaginaria; lo documental que busca dar testimonio lo mas verídico y fidedigno de los hechos que registra; y la animación permite crear, alterar o modificar, la apariencia de lo real para hacer ver otros aspectos del mundo, a veces más fantásticos, simbólicos, poéticos, o simplemente para dar cuenta de lo que no es visible. Puede hacer ver aquello que anima el movimiento, pero que se hace invisible a los ojos: algunos lo llaman el anima, de la  que se sirve técnicamente la animación.

The Sinking of Lusitania, Winsor Mc Cay, USA, 1918 

¿Qué sucede entonces en el documental animado? En principio daría cuenta de aquello que sucedió realmente, pero que no es posible mostrarlo a través de un registro documental capturado en el mismo momento en que sucedía. Tal vez por que simplemente el registro no se hizo oportunamente, por que se quiere proteger la identidad e intimidad de quienes estuvieron involucrados o no se considera sano mostrar los hechos tal cual, o quizá por que lo que se quiere mostrar es aquello que es “invisible a los ojos”: los sentimientos y emociones de los protagonistas de estos sucesos, el significado más profundo o más poéticos de los hechos, las ideas o conceptos que los realizadores quieren desarrollar para explicar esos acontecimientos pasados. Cuando Winsor McCay recurrió a la animación para dar cuenta del hundimiento del trasatlántico Lusitania en The Sinking of Lusitania (USA, 1918), no conto más que con los testimonios orales de algunos pocos sobrevivientes y debió reproducir en dibujos animados este dramático suceso. Sheila Sofían decide no mostrar el registro fotográfico de un niño Bosnio sobreviviente de la guerra, para proteger su identidad y mostrar de manera más poética lo que sucede en su interior cuando relata su testimonio personal para A Conversation with Haris (USA, 2001). Walerian Borowczyk elude mostrar los violentos actos sucedidos en los campos de concentración polacos para hablar más bien de estos a través del sonido y sus pinturas en movimiento en Les Jeux des Anges (Polonia, 1964). Vincent Ponnaud se refiere a la narración y sentimientos de la niña, adolescente y joven iraní Marjane Satrapi, mediante imágenes animadas de ella misma que expresan sus experiencias de crecimiento, aprendizaje y liberación en Persépolis (Francia, 2007). Ari Folman da cuenta con imágenes animadas no realistas, de sus propios recuerdos y el significado profundo que tuvo su experiencia como combatiente en la guerra del Líbano de 1982 en Vals con Bashir (Israel, 2008).

Para testimoniar la experiencia de la infancia desplazada del campo a la ciudad por el conflicto armado en Colombia, que según la UNICEF son un millón de niños, Jairo Carrillo gravó las voces de cuatro de ellos contando sus diferentes relatos, a la vez que les hizo dibujar sus experiencias. Con estos dibujos y relatos Carrillo realizó un cortometraje de animación en 2003, donde la huella de los hechos se conservaba en los testimonios que las voces y dibujos de los niños animados por un pequeño de cinematografistas y animadores que Carrillo dirigió. La primera razón de no filmar sus rostros, que parte de una normativa ética y jurídica para proteger a los testigos y víctimas menores de edad, sirvió para preservar la huella de estas experiencias –de los hechos narrados y sus mismos relatos-, con una rica expresividad infantil. En 2011 Carrillo se asocia con Oscar Andrade para producir y realizar un largometraje animado en 3D, primera producción con esta tecnología en Colombia, donde se vuelve sobre estos mismos hechos, relatos y protagonistas. Ambas versiones de corto y largo, aunque muy diferentes, llevan el mismo nombre: Pequeñas Voces.

¿Qué sucede entre ambas versiones? La primera es fruto de una investigación tomando testimonios y documentos, realizando talleres e investigando técnicas posibles, durante más de 4 años; y como resultado se tiene un cortometraje cargado sinceridad y honestidad con los testigos y protagonistas infantiles, así estos no aparezcan en cámara.  Carrillo cuenta que “se hicieron muchas entrevistas durante un mes y medio, más de 180 niños y mas de 400 horas de grabaciones de voces”. La potencia indicial que se preserva en las voces infantiles grabadas, sus relatos y sus dibujos, produce un valor testimonial y documental en el que se comprende que cualquier intención de mejoras técnicas o estilísticas, no responderían más que a un poco sincero afán de embellecimiento, que contrastaría con lo que se resalta ¿Cómo embellecer un dibujo infantil? Esta pregunta solo reflejaría la ceguera de las “adultas” pretensiones de responder a “parámetros técnicos y profesionales” que exigen las industrias de la cultura y el espectáculo.

Pero partamos de que también es válido que este producto, mensaje o experiencias narradas, alcancen un mayor público, gracias a las plataformas que puede brindar la industria y comercio del entretenimiento. Esta industria y comercio, de la producción de la imagen en movimiento y animada, se ha valido siempre de dos condiciones que exigen su publico: relato y el realismo. Obviamente, se trata de la técnica de realismo que alcance la mejor ilusión de realidad, así sea una ficción; y de un relato que atrape la atención del espectador. Estas condiciones que provee la iconicidad de la imagen fueron las que se afanaron en concretar Carrillo y Andrade para su largometraje de 2011. Las cuatro historias se entretejieron en un gran relato, los dibujos infantiles se mimetizaron en una propuesta de fondos escenográficos, características fisonómicas y de movimiento de los personajes infantiles homogenizadas, y la creación de un espacio con profundidad gracias a las técnicas de animación digital y el efecto de 3D. Además de ser un gran público se estaba pensaba en un público infantil, a la pregunta de ¿Para que público fueron pensadas cada una de las dos versiones? Carrillo contestó: “La primera para un público adulto y la segunda para niños, pero no era para niños, fue un gran error de marketing”. Sin embargo, aunque un relativo éxito con el público fue asegurado gracias a estas propuestas, la potencia indicial del primer cortometraje se redujo y en pocos momentos se aprovechan realmente las posibilidades de mostrar lo invisible, aquello que subyace y a lo que quizá se deben las apariencias físicas y sus acciones y movimientos, o logra expresarse a través de metáforas lo que no puede explicarse de otra forma. Un ejemplo de este uso que permite la imagen animada, es el momento en que la imagen explica la forma en que un miembro amputado se convierte en una presencia fantasmal.      
Es aquí donde nos tenemos que preguntar el porqué de la escogencia de la técnica o género de “documental animado” ¿Cómo en esta película se da testimonio de lo que no se ve? ¿Por qué no fue realizada en imagen real con actores infantiles? ¿cómo se aprovecha la potencia indicial inherente al documental? ¿cómo se aprovecha la animación en beneficio de mostrar lo invisible o de expresar con metáforas visuales lo inexplicable por otros medios?

Mauricio Durán Castro