martes, 3 de octubre de 2017

Apuntes sobre la violencia en el cine colombiano*

Por Jerónimo Rivera-Betancur **





Es común que cuando se habla del cine colombiano, una de las primeras palabras que aparecen en el imaginario popular sea “violencia”.  Eso mismo pasa cuando mencionamos la palabra Colombia, dentro y fuera de nuestras fronteras.  No podemos esconder la importancia e influencia que la violencia ha tenido en nuestra construcción como nación y, aunque nos duela, debemos aceptar que la violencia ha hecho parte también de nuestra identidad como colombianos.  La violencia, de todas formas, no es lo único que nos define y abordarla como tema cinematográfico puede ser constructivo si se utiliza el enfoque adecuado.

La mayoría de los espectadores colombianos han visto pocas películas nacionales, pero esto no suele ser un impedimento para crearse un juicio personal sobre toda la cinematografía nacional.  Esto no pasa solo en el cine; en la mayoría de las artes tendemos a pensar que lo extranjero es mejor y suele suceder que la ligereza y torpeza argumental de muchas películas de Hollywood se perdona más fácil que algún desliz de una película colombiana. No se trata, de todas formas, de “apoyar” al cine nacional, ni de verlo por lástima o compasión, pero sí se esperaría que la crítica que se haga a sus películas reconozca el esfuerzo y las dificultades para hacerla y, sin condescendencia, se emita solo después de haberlas visto.

El cine colombiano no es un género. En 2016 se presentaron 38 películas en las salas de cine del país y en lo que va del 2017 ya se han estrenado 21, por lo que posiblemente la cifra aumente.  En un conjunto tan grande de historias, es normal que los temas, historias tratamientos, actores y paisajes cambien significativamente.  Es imperativo que los colombianos empiecen a reconocer la variedad del cine que se hace en su país y que, si bien hay líneas narrativas y “fórmulas” (tanto para vender como para sorprender en festivales) se empiece a avanzar hacia la realización de películas que puedan conciliar calidad y gusto del público.


Muchas veces he hecho la pregunta ¿qué porcentaje de películas colombianas usan la violencia como uno de sus ingredientes fundamentales? en textos y conferencias y en la mayoría de las ocasiones las cifras oscilan entre el 60 y el 90%.  En mi investigación “Narrativas del conflicto armado en el cine colombiano” hicimos un sondeo de las películas desde 1915 hasta 2009 y encontramos que el porcentaje estaba alrededor del 19% (en los últimos años es muy posible que esa cifra se mantenga o haya disminuido).  Lo interesante del asunto es que la mayoría de las películas colombianos no tienen el tema de la violencia como eje principal, pero las preferidas por el público sí suelen tenerlo.


Junio 13, con Jerónimo Rivera

El público colombiano afirma odiar las películas que abordan temáticas relacionadas con narcotráfico, prostitución, conflicto armado y similares, pero en el análisis de la aceptación de estos temas en la taquilla solo son superados por las comedias de estilo televisivo que cada vez se presentan con mayor frecuencia.  En la televisión, este fenómeno es mucho más evidente. 

La violencia suele agredir, pero también es cierto que muchas películas con índices mucho mayores de violencia están entre las preferidas del público colombiano.  Pocos espectadores se quejarían de la violencia en películas recientes como Los indestructibles, John Wick, Django sin cadenas o Mad Max fury of road pero muchos elevan su voz de protesta ante la violencia en películas como La mujer del animal de Víctor Gaviria o Perro come perro de Carlos Moreno que, miradas objetivamente, tienen mucha menos violencia explícita que las llamas películas “de acción”.  ¿Qué es lo que ocurre entonces para que esto suceda?, desde mi punto de vista tiene que ver con la condición de “proximidad” del espectador, un concepto que va más allá de lo geográfico y tiene que ver con aquellos temas o tratamientos que nos afectan por su cercanía.  Al fin y al cabo si “Rambo” mata vietnamitas por centenas en cada película no nos afecta, pero si fueran colombianos, la cancillería expediría una nota de protesta y habría infinidad de grupos de colombianos en Facebook pidiendo el retiro de la película de las salas.

¿Hay una forma correcta de abordar la violencia?, la pregunta es clara pero la respuesta puede ser compleja y suscitar controversias. Desde mi punto de vista particular, la estética no debe reñir con la ética y por esto el cine, a pesar de tratarse de una representación y no de la realidad, tiene una responsabilidad social y no debería esquivarla.


Temáticas recurrentes en el cine colombiano señalado como violento

El país ha atravesado múltiples momentos violentos a lo largo de la historia, tanto así que suena gracioso que a todo un período (entre el bogotazo y el frente nacional) se le denomine de “la violencia”, cuando en distintos momentos históricos (desde la patria boba hasta el narcoterrorismo) y protagonizada por distintos agentes (fuerzas insurgentes, carteles del narcotráfico y fuerzas del Estado) la violencia ha estado presente en Colombia.

Sin duda los dos temas que emergen con mayor fuerza en las películas de la filmografía colombiana son el conflicto armado y el narcotráfico.  Aquí hago una breve referencia a cada uno de ellos:

  1. Conflicto armado colombiano: Los historiadores suelen situar los orígenes de este conflicto hacia 1945 con la creación de las primeras guerrillas liberales.  La confrontación, que inicialmente se dio entre autodefensas campesinas y Estado se transformó luego del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en una guerra entre guerrillas liberales y grupos paramilitares conservadores que dejó gran cantidad de muertos y atrocidades innombrables de parte y parte.  Después de la firma del Frente Nacional, algunas guerrillas se desmovilizaron y muchos de sus líderes fueron asesinados.  Desde 1964 con la fundación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se inaugura un nuevo capítulo en el conflicto armado colombiano con la creación de varios grupos subversivos y, posteriormente, grupos paramilitares apoyados en muchos casos por militares en ejercicio. El tema del conflicto armado, de tanta trascendencia para los colombianos, no había sido muy abordado por el cine nacional hasta 2009, año en que realizamos una investigación en la Universidad de La Sabana denominada “Narrativas del conflicto armado en el cine colombiano”[1], cuyas principales conclusiones presento a continuación:
  • Se trata de un grupo de películas fundamentalmente estructuradas por medio de golpes de efecto (acción y reacción).  Con una narrativa tradicional: Poco montaje, planos abiertos, planos y contraplanos de reacción.
  • En la mayoría de las mismas influye la postura política de su realizador, pero son poco comprometidas con el tema y sin una clara postura ideológica (salvo excepciones) ni siquiera a favor de la institucionalidad (que suele quedar mal parada). Los realizadores suelen ser también pesimistas frente a soluciones al conflicto y muestran la realidad de forma fragmentada.
  • Se usa con frecuencia una estructura circular, como forma de justificar el comportamiento de personajes como causa de la violencia que han padecido: De víctimas pasan a victimarios. Su condición de combatiente no se explicita en raíces ideológicas y algunas veces se omite su filiación armada.
  • El proceso de urbanización del país se ve, igualmente, reflejado en el tratamiento de espacios de las películas de la muestra que pasan de ser totalmente rurales en los sesenta a ser predominantemente mixtas (desarraigo del desplazamiento). Soy muy consciente de que muchas de estas conclusiones no tienen efecto hoy, cuando el acuerdo de desmovilización con las FARC ha abierto un nuevo panorama y muchos cineastas se han animado a contar nuestras historias de conflicto armado con mayor honestidad, profundidad y transparencia.


2. Narcotráfico: El otro gran tema que surge con fuerza es el del narcotráfico y lo que lo rodea.  Además de los temas e historias, emerge la estética y los valores del narcotráfico (al igual que ocurrió en la realidad nacional después de los años 80).  La estética y narrativa del narco es atractiva y sus personajes suelen ser tan interesantes y atractivos, que la discusión sobre la ética y los valores sociales suele quedar relegada a un segundo plano. En la práctica, los espectadores terminan valorando y envidiando en la ficción algunas características que pueden rechazar[1] en la vida real

En el cine, de todas formas, el tema suele confundirse con la temática y si bien la temática del narcotráfico se hace presente en películas o series de televisión tan diferentes como Manos sucias, El cartel de los sapos, El capo, Sumas y restas, Escobar el patrón del mal, El rey, las muñecas de la mafia o Narcos, el tema puede ser muy diferente.  

El tratamiento de las historias se relaciona mucho con el tema y es allí en donde debe ponerse el mayor énfasis. Si bien los ejemplos anteriormente mencionados abordan la temática del narcotráfico en distintos momentos y procesos, sus temas pueden no relacionarse tanto.  Mientras en El capo se describe la vida épica y ficcional de un jefe narcotraficante colombiano[1], mostrándolo como un hombre atractivo, inteligente y osado que siempre se sale con la suya; en Narcos se pone en escena una representación de Pablo Escobar como enemigo de los colombianos y de los agentes de la DEA que emergen como los grandes protagonistas; en Escobar: el patrón del mal, finalmente, se elabora un retrato cuidadoso y bien investigado del personaje histórico para tratar de ser fiel a los hechos y contar la historia desde el punto de vista de las víctimas.

Así las cosas, aparecen otros temas que pueden ser interesantes desde la narrativa y que hacen parte de las películas que hemos puesto como ejemplo:

Manos sucias: El dinero del narcotráfico corrompe.
El cartel de los sapos: En el crimen no hay lealtad.
Sumas y restas: La ambición desmedida puede llevar a tomar las peores decisiones.

El problema, en resumen, no es abordar el fenómeno del narcotráfico en la ficción, es hacerlo con profundidad y seriedad y procurando evitar la tentación de exaltar su atractiva estética como modelo de vida.

3. Violencia sexual: Finalmente, quiero hacer referencia al tema de la violencia sexual que aparece en nuestra cinematografía también como reflejo de esta problemática social.  Aunque usualmente asociamos este tipo de violencia con la violación, el término es bastante más amplio e incluye conductas que a veces pueden pasar casi inadvertidas. La RAE define la violencia sexual como aquella que se manifiesta con agresiones a través de la fuerza física, psíquica o moral, rebajando a una persona a condiciones de inferioridad, para implantar una conducta sexual en contra de su voluntad. Este es un acto cuyo objetivo es someter el cuerpo y la voluntad de la víctima.

Esta violencia se manifiesta de distintas maneras, entre las que se encuentran: Estupro (abuso sexual de un menor, valiéndose de la confianza que este le tiene), prostitución forzada (explotación del cuerpo de otra persona para que el explotador obtenga dinero), rapto (detención obligada de la persona para tener relaciones sexuales con ella), hostigamiento sexual (se da en casos en donde el jefe valiéndose de su posición, le hace proposiciones a un subordinado para que tenga sexo con él o 
ella, y si este se niega, puede que se produzca un perjuicio) y violación (acceso sexual violento y sin consentimiento).

Así las cosas, el corpus de las películas colombianas que abordan el tema de la violencia no se limita a aquellas que muestran o insinúan escenas de violación. El papel de la mujer y de los niños en la sociedad, y el cine es una clara representación, suele ser de sometimiento e indefensión.  La agresión que muchos espectadores sintieron al ver La mujer del animal[1] está lejos de la que se siente en otras películas internacionales similares y aquí vuelve a ser importante el concepto de proximidad.  La película colombiana nos presenta una realidad muy cercana que no queremos ver y que nos incomoda.

Además de películas en donde la mujer se victimiza (y otras en donde pasa de víctima a victimaria como Rosario Tijeras), es importante considerar que en algunas de las comedias más exitosas del cine nacional también se hace presente la violencia sexual.  Para ilustrar lo anterior, un par de ejemplos:

 1. En los posters y trailers de películas como Infraganti, El jefe, Esto huele mal, Mi gente linda mi gente bella y Uno al año no hace daño se usan mujeres voluptuosas con poca ropa como estrategia para promover la película y sexualizarlas[1].

2. La posición del hombre como objeto deseante y la mujer como objeto de deseo aparece recurrentemente en películas de todos los géneros, desde las ya mencionadas con temática del narcotráfico hasta las comedias.  Se destacan como ejemplo las historias de películas como Las muñecas de la mafia (el nombre ya es suficientemente obvio), Sin tetas no hay paraíso (un nombre muy explícito para una premisa que apunta a que solo fabricándose un buen cuerpo se accede al paraíso del dinero) y El jefe (desde el poster y el tráiler se insinúa el acoso sexual de un jefe hacia su voluptuosa empleada).

El cine colombiano no es uno solo; no es un género ni es inmutable; no ha llegado a su plena madurez pero tampoco está en pañales[1]. Es responsabilidad de cinéfilos y formadores de público ayudar a que los espectadores nacionales dejen atrás los prejuicios y se den la oportunidad para explorarlo y descubrir que la violencia no es el único.



*Notas de la charla impartida el 13 de junio de 2017 en la Cinemateca Distrital de Bogotá.


**Profesor investigador de la Universidad de La Sabana. Director de la Red Iberoamericana de Investigación en Narrativas Audiovisuales (INAV).  




[1] He usado anteriormente el término “cine adolescente para referirme al cine colombiano, como puede verse en mi artículo ¿Va el cine colombiano hacia su madurez? Publicado en la revista Anagramas. Disponible en: http://revistas.udem.edu.co/index.php/anagramas/article/view/978





[1] Llama la atención, por ejemplo, el tráiler de Uno al año no hace daño 2 en donde uno de los personajes femeninos es acosado sexualmente por los hombres e insultado y criticado por las mujeres.





[1] En la prensa se comentó que muchos espectadores decidieron abandonar las salas al no soportar los niveles de violencia de la película.



[1] Sospechosamente llamado Pedro Pablo León Jaramillo y con varias coincidencias con el personaje de Pablo Escobar. 



[1] Esto también podría ser una manifestación de doble moral, porque es claro que muchos colombianos directa o indirectamente están de acuerdo con ciertas conductas ilegales desde pequeños actos de corrupción hasta la obtención de dinero fácil por medio del delito.




[1] Ver Rivera-Betancur, J y Ruiz-Moreno, S (2010). Representaciones del conflicto armado", en Revista Latina de Comunicación Social, 65. La Laguna (Tenerife): Universidad de La Laguna, páginas 503 a 515 recuperado el ___ de ____ de 2_______, de http://www.revistalatinacs.org/10/art3/915_Colombia/37_Rivera.html
DOI: 10.4185/RLCS-65-2010-915-503-515






miércoles, 26 de julio de 2017

70 años convulsos y un documental de archivo

Por Luisa Fernanda Ordóñez*


Junio 7, con Luisa Fernanda Ordóñez



Los años 2016 y 2017 han sido cruciales para la historia colombiana reciente: la firma del acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- FARC y la entrega de armas y desmovillización del grupo insurgente luego de más de cuatro décadas de guerra ininterrumpida y múltiples intentos fallidos de solucionarla, ha generado en la opinión pública un ambiente de esperanza en el que finalmente la población colombiana ha tenido la posibilidad de proyectar su cotidianidad sin el ya predecible estigma de la violencia.

Sin embargo, estos hechos no constituyen una solución absoluta a las secuelas que los diversos actores del conflicto armado han dejado en la sociedad colombiana. Este conflicto, que puede entenderse como un proceso histórico de larga duración, alberga estratos temporales sedimentarios y complejos: procesos judiciales aún en proceso de concluirse y un mapa incompleto de las víctimas, los victimarios y del papel del Estado en el devenir del mismo.

La reconstrucción de la memoria audiovisual del conflicto está acompañada de una historia igualmente compleja. Las imágenes en movimiento que documentan cada uno de sus estratos temporales no han sido aún validadas como fuentes primarias ni ocupan un lugar protagónico en la escritura de la historia en Colombia, pese a que muchas se constituyen como prueba irrefutable de un pasado que aún resuena: el asesinato de líderes políticos desde hace más de setenta años, el entrenamiento de líderes paramilitares [1], o las últimas imágenes en vida de personas que han estado desaparecidas desde la década de 1980 [2].

En este contexto, es preciso postular al documental de archivo como el canal a través del cual estas fuentes se han reactivado con el objetivo de confrontar los modos con los que se ha percibido el devenir histórico de la violencia en Colombia en las últimas cinco décadas. El estreno en 2013 de Cesó la horrible noche ( Ricardo Restrepo, 2013), se constituye en uno de los puntos nodales en la historia del audiovisual reciente: La estrategia retórica de rememorar una frase de nuestro himno nacional se articula con un hallazgo asombroso, imágenes del 9 de abril de 1948, -un hito fundacional de la historia del conflicto armado, en el que el asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán inicia una saga de crímenes en contra de la oposición a lo largo de nuestra historia -, filmadas a color. Este documental amplió la memoria visual con la que se había construido la historia de la violencia política en el país, pues sobre este momento sólo se conocían imágenes en blanco y negro, pero además, porque se presentó como un contrapunto entre la cotidianidad alrededor de los días de la violencia de la década del cuarenta y los hechos “ macro” con los que se había escrito la historia del país para entonces.

La historia política de las imágenes en movimiento en Colombia empieza en 1915 con el relato de una imagen ausente. El 15 de octubre de 1914 fue asesinado el líder político liberal Rafael Uribe Uribe, en el contexto de un periodo de gobiernos conservadores que inició en 1886 con la promulgación de una constitución política, y que terminó episódicamente en 1930. El asesinato de Uribe Uribe a manos de dos ciudadanos del común inicia una trágica saga de homicidios a líderes de oposición que aún no tiene un cierre definitivo.

Un año después - en 1915-, los hermanos Di Doménico, pioneros del cine colombiano, decidieron conmemorar este acontecimiento realizando el largometraje El drama del 15 de octubre. En esta película, los asesinos del líder liberal aparecieron como protagonistas, recreando paso a paso los hechos que llevaron a su muerte. De esta película, censurada y boicoteada cuando se estrenó hace cien años, sólo sobreviven unos pocos segundos, que consisten en el registro de su funeral. En la memoria colectiva de la historia de la violencia política en el país, el asesinato de Uribe Uribe es tan sólo una anécdota lejana de épocas en las que la imagen en movimiento no ocupaba un rol protagónico en la vida cotidiana de los colombianos, mucho menos en la escritura de la historia del país.

La antigüedad de la violencia política y el principio perverso bajo el cual se han asesinado sistemáticamente líderes de oposición sobrevive en las imágenes en movimiento con los registros de un hecho que ha sido considerado por distintos autores como el momento fundacional del conflicto armado en Colombia: el 9 de abril de 1948, cuando fue asesinado en Bogotá el líder liberal y entonces candidato a la presidencia Jorge Eliécer Gaitán, un hombre carismático, con gran respaldo de las clases populares, y abiertamente opositor a la clase política tradicional. Su asesinato, de nuevo, a manos de un ciudadano común que ha sido reconocido como un chivo expiatorio de los autores intelectuales del magnicidio, desató la furia de sus seguidores, quienes se alzaron en ira contra sus compatriotas conservadores y destruyeron la ciudad en cuestión de horas. El asesinato de Gaitán es un hecho sintomático de lo que hoy es reconocido como un periodo crítico dentro de la larga duración de la historia del conflicto en el país: la Violencia bipartidista de las décadas del 40 y el 50. Para entonces, la actualidad política del país estaba codificada en dos colores: el rojo para los liberales y el azul para los conservadores. Pertenecer a uno de los bandos implicaba una oposición acérrima y en la mayoría de los casos, a muerte, a cualquier miembro del partido opositor. 

Durante décadas, las imágenes reconocidas por los colombianos sobre este hecho fueron registros fílmicos en blanco y negro en los que el pueblo enfurecido por la muerte de Gaitán arrastraba el cadáver linchado del asesino por las calles de la ciudad, luego se observaba el centro de Bogotá en ruinas, los tranvías incendiados y a los ciudadanos armados. Desde 1948, todas las historias, memorias y ficciones que se han construido sobre la Violencia bipartidista han estado inevitablemente relacionadas con el vínculo entre la filiación política y el uso de los colores azul y rojo para identificar a copartidarios y enemigos.

Siete décadas más tarde, un realizador de cine encontró en un sótano varios rollos de película de 16mm. El hallazgo fue insólito: un médico que vivió en Bogotá en la década de 1940, registró con su cámara Bólex lo que hoy son las únicas imágenes supervivientes a color de El Bogotazo. A partir de ellas se produjo Cesó la horrible noche ( Ricardo Restrepo, 2013), un documental compuesto únicamente por las imágenes cinematográficas registradas por Roberto Restrepo, su abuelo, de la Bogotá de mediados de siglo. Además de los registros del 9 de abril, el documental dispone de otras imágenes registradas por Restrepo que dan cuenta de la vida cotidiana en la ciudad de Bogotá, de la intimidad y tranquilidad en la que vivía su familia, y de los ritmos aciagos de una vida urbana a la que la violencia política no había afectado al mismo nivel que en los territorios campesinos.

Estas imágenes sin sonido directo, dialogan con las voces de Ricardo, el nieto, que cuestiona la mirada de su abuelo, y de un narrador: allí se reflexiona sobre los límites entre lo íntimo y lo político, sobre la presencia ineludible de la violencia en el país a través de las décadas, y sobre las imágenes que registran al pueblo liberal enardecido cargando sus banderas rojas, y los rostros atónitos de los transeúntes que contemplan una ciudad en ruinas.

Cesó la horrible noche alteró la aparentemente instalada memoria audiovisual sobre El Bogotazo. La prueba de la existencia de imágenes a color sobre un acontecimiento clave para la historia del país, tiene efecto al alterar su carácter dramático la conexión entre el registro de un hecho traumático para la historia política y las memorias afectivas de la vida familiar de uno de sus testigos sirven para reiterar una condición: el pasado de cualquier colombiano, hasta hoy, se ha visto afectado por un recuerdo de violencia.

Esta producción es una referencia ejemplar al documental de archivo sobre la historia de Colombia como una alternativa para la escritura de la misma. Aquí, el compromiso del realizador documental con el uso de material de archivo, tanto audiovisual como sonoro, es una manera de aproximarse a problemas históricos que han permeado la vida cotidiana de los colombianos y se han convertido en un elemento omnipresente en la memoria colectiva.

Hasta 1964, la historia política del país se escribió únicamente con los códigos del bipartidismo. En ese año, con la Operación Marquetalia y el surgimiento de los grupos insurgentes FARC ( Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y ELN ( Ejército de Liberación Nacional), el devenir del conflicto armado en Colombia cambiaría para siempre. Sin embargo, la memoria audiovisual de la historia de las guerrillas en las décadas de los sesenta y setenta es casi inexistente.

Junio 7, con Luisa Fernanda Ordóñez

De acuerdo con la investigadora canadiense Jaimie Baron, “Mientras que el discurso sobre el documental ha regresado continuamente a la afirmación de que ningún documental es objetivo a pesar de este implique la búsqueda por la verdad, menos se ha escrito sobre la relación entre el documental como un proceso histórico y los cambios contemporáneos en el campo de la teoría de la historia y la historiografía” [3]. Asumir a la imagen en movimiento como registro documental, como un objeto de estudio de la historia política del país, o como una herramienta para hacer memoria son algunos aspectos incipientes en la escritura de la historia del país, a cuyos historiadores aún les cuesta dilucidar las condiciones de posibilidad de escribir una historia política de las imágenes en movimiento.

Hablar de los vínculos entre audiovisual y conflicto armado, o entre cine y conflicto armado, requiere de una reflexión que trascienda la relación entre un contenido audiovisual y un evento o proceso histórico. Los documentos audiovisuales que conforman el repertorio de referencias sobre lo que “ ocurrió” en una época no implican un sencillo registro de hechos y personajes, al contrario revelan:

- Un régimen de representación: La presencia o ausencia de figuras, territorios, o poblaciones, son evidencia de una ideología política predominante.

- El uso de las tecnologías audiovisuales para el ejercicio de la agencia política de los actores que en su momento produjeron las imágenes.

- La preservación de unos documentos en detrimento de otros, como síntoma de los vacíos históricos que sobre la historia del conflicto armado persisten hoy.

Sobre lo anterior, el caso particular de la escritura de una historia política de y con imágenes en movimiento antes del 9 de abril es un asunto complejo. Pues en la historia de la preservación audiovisual del país, es un hecho que poco es lo que se conserva sobre los años 30 y 40.

La transición de la hegemonía conservadora a la liberal, tiene, por ende, pocos referentes: El ya nombrado registro sobreviviente de El drama del 15 de octubre, los funerales de Gonzalo Bravo, el primer estudiante asesinado en una protesta masiva en el país, y los registros que documentan el ascenso de los gobiernos liberales de Enrique Olaya Herrera y Eduardo Santos, estos últimos registrados por las cámaras de los hermanos Acevedo. Por ello, dentro e nuestra memoria audiovisual del conflicto, es posible que no existan registros anteriores a 1948, aún cuando tenemos un conocimiento generalizado de que en la década del 40 tuvo lugar uno de los picos más altos y cruentos de la historia de la violencia en el país, y aún cuando conozcamos algunos datos de la violencia liberal de la década precedente.

¿ Qué nos deja esta información para la interpretación sobre la historia del conflicto a través del audiovisual antes de 1948?. ¿ Qué sabemos del conflicto antes de la infortunada fecha paradigmática del 9 de abril?.

Son 70 años los que han transcurrido después de este evento. Sin embargo, tanto en la escritura de la historia política como en la escritura de la historia audiovisual la exploración sobre los cimientos de la violencia en el país como un proceso de larga duración en la primera mitad del siglo XX precisan de una revisión a las convenciones narrativas con las que se ha construido el imaginario sobre este proceso.

Junio 7, con Luisa Fernanda Ordóñez


Notas: 

1. En reportajes noticiosos de los últimos años, han aparecido imágenes del entrenamiento durante la década de los 80 de los que serían los líderes paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia.
2. En noviembre de 1985, el grupo guerrillero M-19 se tomó el Palacio de Justicia para llamar al gobierno, y al presidente en particular, a un juicio público por incumplir los acuerdos de paz iniciados en 1984. Esta toma terminó con un resultado fatídico: magistrados asesinados, incluido el presidente de la Corte Suprema de Justicia, y 11 personas desaparecidas. De las víctimas se conocen imágenes tomadas durante los días de la toma, en donde se registra que salieron con vida del Palacio de Justicia. Estas imágenes han contribuido en los últimos 2 años a encontrar los cadáveres de los desaparecidos en fosas comunes.
3. Baron, Jaimie. Contemporary Documentary Film and "Archive Fever": History, the Fragment, the Joke.

*Luisa Fernanda Ordóñez es Historiadora de la Imagen en Movimiento y Archivista audiovisual Master en Preservation and Preservation of th Moving Image de la Universidad de Amsterdam. Desde 2007 ha participado en distintos proyectos de investigación en historia audiovisual, del arte y el cine colombiano y latinoamericano. Asesora de curaduría, catalogación y gestión de colecciones de Señal Memoria (2015 - ), coordinadora de investigación del proyecto de intervención y divulgación del archivo del cineasta Luis Ospina (2009 - 2013) y el fotógrafo Eduardo Carvajal (2013 - 2015). Editora Cuadernos de Cine colombiano de los número 23 "Cine y política" y 24 "Patrimonio audiovisual". Coordinadora de los talleres de preservación de la Cinemateca Distrital en los años 2015 y 2016. Ha trabajado en varios proyectos relacionados con la salvaguardia del patrimonio inmaterial a través del audiovisual, como la catalogación y curaduría de la Maleta del Patrimonio Audiovisual afrocolombiano,  y la selección, curaduría y catalogación de los documentales del festival de cine de Derechos Humanos Verzio, en The Open Society Archives en Budapest, en 2014. En 2016 fue curadora de la exposición "Tiempo y tecnología", a propósito del bicentenario del natalicio de Manuel Murillo Toro. Representante por Sur América del comité editorial de la revista IASA (International Association of Sound and Audiovisual Archives) y miembro del grupo Organization of Knowledge, de la misma organización. 



martes, 30 de mayo de 2017

CRONOGRAMA CÁTEDRA CINEMATECA 2017

CÁTEDRA CINEMATECA 2017 - CAPÍTULO V: ÉTICAS, ESTÉTICAS Y POLÍTICAS DEL CINE COLOMBIANO
N. SESIONES
DESCRIPCIÓN
FECHAS
RESPONSABLE
ESPACIO
SECUELAS DE LA GUERRA DE LOS MIL DÍAS - TRATADO DE WINSCONSIN - ASESINATO DE RAFAEL URIBE URIBE - HEGEMONÍA CONSERVADORA/LIBERAL
1
Sesión Inaugural - Presentación Cátedra Cinemateca
MARTES 30 DE MAYO
DAVID ANDRÉS ZAPATA
Teatrino de 6 a 9 pm





2
Narrativas oficiales de lo real y la violencia en la primera mitad del siglo XX hasta los años 50 - Ficciones del progreso y la modernidad
MIÉRCOLES 31 DE MAYO
JUAN GUILLERMO RAMÍREZ
U Tadeo





3
Cine primeras violencias
SÁBADO 3 DE JUNIO
RAQUEL HERNÁNDEZ
Teatrino de 9:00 am a 12:00 pm





4
Primeros pasos de la escritura sobre cine: definición del tema, autores y películas
MARTES 6 DE JUNIO
FRANCISCO MÉNDEZ
Teatrino de 6:00 pm  a 9:00 pm





5
Narrativas desde la historia o de la historia
MIÉRCOLES 7 DE JUNIO
LUISA ORDÓÑEZ
U Tadeo





6
Narrativas desde la historia - el archivo y la construcción de la memoria
SÁBADO 10 DE JUNIO
RAQUEL HERNÁNDEZ
Teatrino de 9:00 am a 12:00 pm





7
Géneros y técnicas de la escritura: ensayo, reseña, análisis, carta, blog, etc
MARTES 13 DE JUNIO
JERÓNIMO RIVERA
Teatrino de 6:00 pm  a 9:00 pm
LA VIOLENCIA DEL 48 - LA VIOLENCIA DE LOS AÑOS 50
8
El cine y el proyecto educativo y cultural en la República Liberal
MIÉRCOLES 14 DE JUNIO
YAMID GALINDO
U Tadeo





9
La violencia del 48
SÁBADO 17 DE JUNIO
RAQUEL HERNÁNDEZ
Teatrino de 9:00 am a 12:00 pm





10
Los lugares de la crítica y la investigación sobre cine en colombia
MARTES 20 DE JUNIO
HUGO CHAPARRO
Teatrino de 6:00 pm a 9:00 pm





11
La violencia
MIÉRCOLES 21 DE JUNIO
AUGUSTO BERNAL
U Tadeo





12
La violencia del 48
SÁBADO 24 DE JUNIO
RAQUEL HERNÁNDEZ
Teatrino de 9:00 am a 12:00 pm





13
Los lugares de la crítica y la investigación sobre cine en Colombia
MARTES 27 DE JUNIO
PEDRO ADRIÁN ZULUAGA
Teatrino de 6:00 pm a 9:00 pm





14
La violencia en el cine colombiano
MIÉRCOLES 28 DE JUNIO
JUAN GUILLERMO RAMÍREZ
U Tadeo





15
PRIMERA TUTORÍA: DEFINICIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO
SÁBADO 1 DE JULIO
TODOS LOS SOCIOS
BECMA 9:00 a 12:00 pm
EL FRENTE NACIONAL Y LOS MOVIMIENTOS GUERRILLEROS - LOS OCHENTA -
LOS DIÁLOGOS DE LA URIBE Y EL M 19
16
Movimientos sociales y juveniles en el cine de los 60 y 70
MARTES 4 DE JULIO
CRISTINA LÓPEZ
Teatrino de 6:00 pm a 9:00 pm





17
Los lugares de la crítica y la investigación sobre cine en Colombia
MIÉRCOLES 5 DE JULIO
PEDRO ADRIÁN ZULUAGA
U Tadeo





18
La imagen de Camilo
SÁBADO 8 DE JULIO
RAQUEL HERNÁNDEZ
Teatrino de 9:00 am a 12:00 pm





19
La imagen de Camilo y la manipulación del archivo
MARTES 11 DE JULIO
MAURICIO DURÁN
Teatrino de 6:00 pm a 9:00 pm





20
LECTURAS COMENTADAS – AVANCES DOCUMENTO ESCRITO
MIÉRCOLES 12 DE JULIO
FRANCISCO MENDEZ - JUAN CAMILO ALVAREZ - MAURICIO DURÁN
U Tadeo





21
Violencias contra violencias: paramilitares y guerrillas
SÁBADO 15 DE JULIO
RAQUEL HERNÁNDEZ
Teatrino de 9:00 am a 12:00 pm
PROCESO DE PAZ PASTRANA
22
Video cartas y pruebas de supervivencia del conflicto - los territorios vedados del audiovisual
MARTES 18 DE JULIO
ANDRÉS JURADO
Teatrino de 6:00 pm a 9:00 pm





23
SEGUNDA TUTORÍA: LECTURAS COMENTADAS - AVANCES
MIÉRCOLES 19 DE JULIO
TUTORES
U Tadeo





24
Presentación videos de la zona de distención
SÁBADO 22 DE JULIO
RAQUEL HERNÁNDEZ
Teatrino de 9:00 am a 12:00 pm





25
Narrativas del conflicto en los noventa
MARTES 25 DE JULIO
ARMANDO RUSSI
Teatrino de 6:00 pm a 9:00 pm





26
La violencia en el experimental
MIÉRCOLES 26 DE JULIO
JULIO CÉSAR GOYES
U Tadeo





27
Fútbol, tragedia y violencia en Colombia
SÁBADO 29 DE JULIO
Por Confirmar
Teatrino de 9:00 am a 12:00 pm
PROCESOS DE PAZ DEL 2000 CON PARAMILITARES Y PROCESO DE LA HABANA
28
Cambio de encuadre en el Gobierno de Uribe
MARTES 1 DE AGOSTO
JUAN CARLOS ARIAS
Teatrino de 6:00 pm a 9:00 pm





29
Trazos violentos en la animación colombiana - ENTREGA TRABAJOS ESCRITOS
MIÉRCOLES 2 DE AGOSTO
RICARDO ARCE
U Tadeo





30
País representado en una sola película - AJUSTES TRABAJOS ESCRITOS
SÁBADO 5 DE AGOSTO
RAQUEL HERNÁNDEZ
Teatrino de 9:00 am a 12:00 pm





31
El cine de la violencia desde lo no violento: la posición de las víctimas
MARTES 8 DE AGOSTO
DIEGO FRANCO
Teatrino de 6:00 pm a 9:00 pm





32
Nuevos tratamientos digitales de la violencia en los nuevos medios
MIÉRCOLES 9 DE AGOSTO
ALEJANDRO ÁNGEL
U Tadeo





33
CIERRE CÁTEDRA CINEMATECA
SÁBADO 12 DE AGOSTO
RAQUEL HERNÁNDEZ - DAVID ZAPATA
Teatrino de 9:00 am a 12:00 pm