miércoles, 28 de septiembre de 2016

"Cine naconal"/ Circulación transnacional: La experiencia fílmica colombiana en el extranjero en años recientes

Por Juana Suárez

Juana Suárez en la sesión del 13 de agosto de 2016.

Resumen: 

Esta ponencia aborda el trabajo de cineastas colombianos que producen cine desde diferentes países europeos para entender sus condiciones de producción y circulación. A la luz de teorías sobre cine diaspórico, cine “acentuado” (término acuñado por Hamid Nacify) y cine del exilio, se dilucida si estos paradigmas se ajustan a la experiencia fílmica colombiana en el extranjero o si, por el contrario, tanto para Colombia, como para otros cines latinoamericanos, es necesario pensar nuevas articulaciones teóricas.


Texto completo en el siguiente enlace: 


domingo, 11 de septiembre de 2016

El Álbum Familiar: Discursos en torno al Ausente

Por Juan Camilo Álvarez

Juan Camilo Álvares en la sesión del 18 de agosto de 2016

Las obras auto-referenciales, las de Álbum Familiar y aquellas que parten del diario audiovisual tienen algo en común: la búsqueda de un ausente, la recuperación de la memoria y la re-significación de un sujeto en constante transformación.

Por lo general, el Álbum Familiar, de carácter intimista y de variabilidad tanto en estilos como en relatos, le apuesta a unaspotencias creativas, basadas en diálogos introspectivos, la creación de una puesta en situación que media con el dispositivo, la imagen de archivo, la animación y lo textual.

En estas obras el director resuelve algo en torno a su vida mediado por el proceso audiovisual. Las historias lo ubican frente al relato e incluso de forma directa al espectador. Su voz, su cuerpo, sus gestos con la cámara, harían pensar en un tipo de películas de autor o de un cine intimista que solo logra expresar al sujeto mediando con su registro. No obstante, se va más allá de la categoría de lo autobiográfico, almanifestarnecesidades universales como el trabajar sobre la ausencia de un ser querido, la búsqueda de sus raíces, la relación con padres y familiares; a indagar sobre ¿Quién soy yo?, ¿De dónde vengo?, ¿Cuál es el resultado de mi generación, de mi tiempo, de la época que estoy viviendo? ya establecer el presente de las relaciones que surgen en torno a un núcleo social determinado.

Las películas de Álbum Familiar, determinan que no solo a partir de la historia del sujeto existen temas personales sino que se valida con un testimonio que tiene elocuencia con el de muchos, con el de “ese otro” que también se encuentra en una búsqueda de su estado interior, que analiza su tiempo histórico, sus relaciones con un mundo globalizado y en el cual el sujeto en sí mismo se muestra como una parte de esa memoria histórica.

La memoria, entonces, se inscribe como un mecanismo de recuperación del pasado, reflexionado y repensado desde lo documental, del diario como mecanismo de catarsis, del encuentro consigo mismo a partir de la escritura, de la experiencia frente a un espejo (el dispositivo) o de una memoria emotiva de construcción temporal, cargada de una serie de simbolismos. Particularmente en estos relatos de familia, las estrategias discursivas median con todo tipo de archivo, la inclusión de la animación como motor de la reconstrucción de eventos pasados que no tienen imágenes, los audios que fueron registrados desde todo tipo de dispositivos, la técnica del collage, las fotografías, los textos, las cartas, los dibujos, se presentan como los materiales para experimentar dichas búsquedas en el tiempo. Sumado a estas estrategias (de mediación y representación documental) le siguen la importancia tanto de la generación de una puesta en escena como una puesta en situación, de la intervención de la voz que se registra con todo tipo de dispositivos (análogo o digital) trabajando igualmente las imágenes con varias nociones de montaje.

Las búsquedas sobre el ausente proponen para el Álbum Familiar una serie de retos, entre ellos, ir más allá de la reconstrucción de los hechos a partir del dramatizado o de la entrevista planteada como una forma para hablar de “ese otro” que ya no está. En este sentido, las películas actualizan la discusión de lo sucedido en un presente y median con la escritura audiovisual para poder encontrar sentimientos, emociones y todo tipo de identificaciones para con el espectador.

Sus experiencias trabajan por restablecer un relato que funciona sobre lo intuitivo, lo espontáneo. Muchas veces no hay un guion pautado, no hay un hilo conductor y mucho menos un final ideal, sumándose la carga de un material que se articula tras varios años en el montaje. Las películas se construyen entorno a un viaje interior,planteado como apuesta para encontrar lo que es querido o al ir buscando sobre el camino eso que aún no está del todo definido.

A bordo de un barco o superando las adversidades de un sujeto que ahora se somete a la condición de un migrante latinoamericano en suelo extranjero, delimitan en cierto sentido las preocupaciones a las cuales el mundo establece qué es lo que estas personas vienen a encontrar aquí o en ninguna parte. Los límites de esa búsqueda interior, pueden asumirse a veces de forma individual o colectiva, pero siempre en ellos existen este tipo de relatos mediados por un sujeto que debe afrontar su propio camino.En ciertos momentos, las preguntas planteadas no son resueltas, máxime cuando sólo se busca a aquel ausente desconocido o del que no se ha tenido noticia alguna por años o cuando las relaciones cercanas entre padre e hija, entre bisabuela y tías cambien radicalmente los propósitos por los que fue necesaria encontrar una o varias respuestas.

Se observa entonces, que a partir de la experiencia con el Álbum Familiar y con el diario audiovisual, cada película busca su estética, busca en el realizador una técnica que pasa por el auto-registro, la exposición atemporal del cuerpo, su voz, sus pensamientos, emociones y declaraciones que son vitales para su estado transitorio y para su insistente reflexión sobre sí, los otros y el mundo que le rodea. 

En términos de evidenciar de qué forma estos relatos de familia han impactado en la producción actual colombiana, los tres casos a continuación presentados, las obras y sus realizadoras, hacen parte de una cinematografía reciente, que no solo dialoga con la necesidad de un cine auto-referencial en Colombia, sino a su vez, develan una serie de particularidades, con las cuales entender tanto sus mecanismos de producción como su impacto en el espectador.

Juan Camilo Álvares en la sesión del 18 de agosto de 2016

En el Gloria (2008…) Dir. María Catalina Sandoval

La película de esta realizadora captura el sueño de una hija que viaja con su padre a bordo del buque Gloria, símbolo representativo del país y en el cual la realizadora ha construido un mundo, un imaginario al lado de su padre navegante.

El proyecto aun sin terminar, inicia en 2008 y hasta hoy día se construye, como un dialogo de la realizadora con un padre que ya no está, puesel padre fallece a causa de una enfermedad en el momento en el que los planes para cumplir la travesíaya eran un hecho. Este acontecimiento replantea por completo la experiencia, pues ahora, a bordo del buque, María Catalina reconstruye por sí sola su experiencia de viaje, que no solo parte con la ausencia de aquel que ya no está sino con su deseo por descubrir la vida del navegante, aquella que en algún momento fue transmitida por su padre y que muchas veces fue vivida a la distancia.

La escritura es un acto significativo en todo el proceso creativo, pues la película se construye a partir de conjugar “el diario”como parte de la investigación y el registro de experiencias a bordo. De esta manera el texto escrito que a su vez vincula dibujos, es el anclaje de todas las vivencias en el pasado y con el presente en el buque, funcionando en este sentido, como un intermediario ante el silencio, ante la ausencia de un ser querido que ya no puede dar respuestas a tantas preguntaspero que produce diferentes niveles de pensamiento.

Vemos entonces que el viaje es una apuesta por el reconocimiento de aquel que fue su motor de aventuras. María Catalina expresa “el barco es mi padre” (Sandoval, 2016), y esto se observa cuando en los Teaser (que son cuatro realizados hasta el momento), se evidencia la importancia de capturar los momentos antes, durante y después de su travesía “En El Gloria”, que marcan el camino de su experiencia y reconstruyen a un padre y a un esposo enamorado, que solo vemos en los registros de archivo: Audio, video y cartas, realizados por este en sus travesías a bordo del buque desde los años 70´s y en otros registros familiares. En esos registros aparece María Catalina como una pequeña que no solo entorpece el punto de vista sobre lo que el padre registraba, sino también, la sensación de una relación padre e hija medida por el dispositivo.

De esta relación nace la importancia de cada uno de los momentos y de la necesidad de una exploración con el video reflejada en el paso prontamente del Hi-8, de la imagen de VHS al dispositivo digital, la cámara Cibershot, la cámara Go-pro y que es asumida por la realizadora ya que “el trabajo con el archivo define mi diario, mi experiencia a bordo y en términos de cómo lo menciona Bergson en su texto “memoria y vida”, los recuerdos (mis recuerdos) son reinventados en el presente (Sandoval, 2016), motivo por el cual, lo que se tiene allí, es una reestructuración de la materialidad de la imagen, que no solo es trabajada por capas, sino a su vez, mezclada con la animación. También le proceden diferentes efectos de postproducción, donde ahora la imagen fija se mezcla con la imagen en movimiento, operando tanto en la técnica del re-encuadre, la yuxtaposición y el dialogo continuo entre los registros, pues proceden de un mismo lugar (el buque) emplazando las figuras de padre e hija en el mismo encuadre, en el mismo lugar del buque.

De esta forma el archivo hace referencia no solo a un lugar íntimo de donde proceden esas experiencias ahora representadas, sino también se convierten en todo un ejercicio de documentación de una situación emocional muy íntima que pasa al “otro” (el espectador), haciéndola significativa tanto por el lugar de donde proceden (la memoria) como del objeto/lugar donde se re-presentan (el buque).

De hecho, para la realización del film, un equipo de trabajo se encargó de registrar a la realizadora y las diferentes situaciones del día a día a bordo en El Gloria. Al respecto María Catalina identifica que “estos otros” y sus registros “funcionan como un ojo externo que también es interesante para verme a mí dentro del espacio y el tiempo”(Sandoval, 2016), un registro que es seguido de cerca por el impulso de la escritura del diario mientras se navega y que luego hace parte del guion y de la estructura del montaje para la película.

Esta travesía que inicia en el 2008, que se desarrolla a partir de dos embarques, sesenta días de viaje y más de doscientas horas de grabación, propone que no solo está el interés por la experiencia con ese ausente, sino a su vez, la determinación de una película en la cual no solo el personaje se construye tras la cámara, sino también de forma variable en otra estéticas como la instalación. En el Gloria, es un proyecto que parte de la memoria y su significación en el tiempo (del padre y la realizadora) en el antes, durante y después de los embarques, para luego pasar a otro tipo de experiencias ya no solo desde el diario y el audiovisual sino a partir del documental interactivo, propuesta que busca que la historia personal pase a serla de un padre que podría ser reconstruido a partir de archivos manipulados desde el computador. 

Looking For… (2012) Dir. Andrea Said 

“…yo sentía que tenía una ausencia y necesitaba llenar esa ausencia con algo” (Said, 2016). Con esta propuesta parte la película de Andrea Said, film que tuvo un proceso de creación de 10 años y que no sólo es la experiencia de buscar un padre que nunca conoció, sino que refleja la situación del migrante, ya que tras reunir algunos hallazgos sobre el posible paradero de su padre, decide viajar a Londres. Y es justo en este punto donde el espectador se ve reflejado, pues lo personal se vuelve colectivo en la medida en que este tipo de situaciones (de búsqueda de un padre o de familiares a la distancia) son un escenario complejo que discute las relaciones humanas actuales, cada vez más desnaturalizadas y vividas a la distancia.

Andrea Said (2016), define así su experiencia en tierras ajenas: “Empiezo a entender los temas universales de la película. La búsqueda es algo universal, la ausencia aparece allí y se identifica con la de muchos que están en esa misma situación”.Bajo esta afirmación, no solo está la conciencia de que se trabaja por una historia individual y su búsqueda en concreto, sino que la historia y el sujeto quien la cuenta, se convierten en un portavoz de muchas experiencias similares.

Llama la atención en la película la construcción del personaje (Andrea) y del sujeto (padre). Andrea se muestra en principio como una adolescente y a partir de la relación con el film, sus pensamientos, sus viajes y vivencias lejos de Colombia, significan que no solo se transforma su ideal sino su fin; No obstante, la construcción del sujeto en la película es lo que más inquieta a la realizadora, pues al no tener la certeza de su encuentro “lo más importante era ver la conexión de “los otros” con ese personaje” (Said, 2016),más que al personaje en sí.

De esta manera surge la expectativa por tomar la cámara, preguntarse si este u otro u aquel hombre que registra es el padre. Tomar la rutina de la grabación, caminar, pasear, viajar por una ciudad sin fin, al encuentro de un rostro, de una palabra, de algo que signifique que los hallazgos van a producir algo en concreto.

Mientras esto ocurre, Andrea participa y hace válida su búsqueda desde diferentes estrategias discursivas: Por un lado interpela en varias ocasiones a su madre en búsqueda de algún detalle sobre su padre llegando incluso al retrato hablado, y por el otro,procura un reconocimiento directo desde buscar en cada rostro de aspecto pakistaní algún signo de su padre, o dirigirse a un antiguo apartamento para buscar alguna señal que le permita acercase a él, sin tener la certeza que continúe en Londres o si ya ha fallecido.

Se identifica a lo largo del film a una persona que recae en las torpezas y las equivocaciones. Cada acción que se genera en torno a la búsqueda, que trabaja por reconocer al ausente, por hacerlo vivo, por auto-representarlo a partir del imaginario, del dispositivo, del registro, se genera más dolor, pero al mismo tiempo, ayuda a cerrar el tema y la película misma. Se acude a la rotoscopia para trabajar en esas imágenes-recuerdo de la madre y su relación en condición de migrante con este hombre pakistaní. Se acude de nuevo a la misma técnica, cuando hay detalles que no tienen un registro visual ni sonoro y al cual se intercede a partir de la voz de la madre.

A partir del montaje de la película en el cual transcurren largos procesos de retoma y distancia con el material (Said, 2016), afirma que: “Este tipo de películas son películas que tiene su propio tiempo, el del registro y el de la experiencia, que son retomados una y otra vez durante todo el proceso de filmación y construcción del discurso.” Y es que retomar la experiencia con ese ausente a partir del montaje, ya es otra cosa, es otro ciclo que ya no responde a lo vital sino a un evento que prevalece en la memoria, en la experiencia de una relación paterna sin presente.

Todo este proceso de montaje asumido de forma individual, se somete luego a los ojos y sensibilidad de un montajista, proceso que no solo funciona para ver las diferentes respuesta que el film puede provocar al espectador sino a su vez y en palabras de Andrea Said (2016) para…”hacer un ejercicio de mirarse a la distancia, ver a esa persona hecha de otra forma”…“La persona que estaba grabado era muy diferente a la persona que estaba hoy montando” y en ese sentido se acuden a las estrategias de la recuperación del archivo, articulando las diversas experiencias a partir de la voz, una voz que no solo procede para ilustrar las imágenes, explicar los acontecimientos o referirse a los sentimientos de ese entonces, sino como lo dice Andrea: “parapararme en el presente y ver lo que se estaba construyendo".

El proceso de una película de diario, de viaje, de reconocimiento de ese ausente, pasa primero por unos temas preponderantes, para luego determinar las secuencias que van aparte de esas experiencias. La estrategia que usa Andrea es: “recordar que me pasaba cuando estaba haciendo eso,el antes y el ahora que lo reviso conforme ha sido vivido. Es lo que yo recordaba que me generaba… sobre todo en términos de las emociones”.

Durante este proceso se retoman los escritos, las notas, los episodios consignados en forma de diario que vuelven al montaje para articular dichas emociones, para retomar, evidenciar el producto de aquellos momentos y equilibrar el paso del tiempo, sus significaciones.

En términos de su recepción, la película ha sorteado varios festivales. Muestras en Nueva York, Francia, Inglaterra, reúnen a una cantidad de espectadores que no solo supone la presencia de colombianos. Si bien la película no fue dirigida expresamente a este tipo de público “migrante”, la historia logra que la gente se conecte de manera diferente, pues “…la gente se conecta desde lo emocional”. Sin llegar a decir que es una película que va puramente hacia lo femenino, este es un gran público, al igual que los latinos que se tocan mucho con esto” (Said, 2016).

Tratándose de una película de diario, de una experiencia tan íntima que se vuelve universal, la película sortea muestras paralelas tanto en Europa como en Latinoamérica, haciendo diversa su lectura. Si bien el europeo es diferente y no es tan emocional, encuentra un dialogo posible con la historia e incluso preguntan a Andrea ¿Para qué hace eso? ¿Por qué le interesa mostrar su vida? ¿Por qué mostrar algo tan íntimo?

“La película no estaba pensada para eso” (Said, 2016), no estaba pensada para los festivales, pero de a poco, y bajo las muestras se van conociendo rutas, productores, gente interesada para que la película se muestre y de a poco, sin plantear una ruta de exhibición, la película logra mostrarse, tratando de establecer desde esa figura del productor, hacia donde debe ir la película, cuales son los espacios grandes o pequeños donde podría mostrarse.

Conversatorio de Juan Camilo Álvarez y la directora de Inés, Memorias de una vida,
Luisa Sossa, en la sesión del 27 de agosto de 2016

Inés, memorias de una vida (2013) Dir. Luisa Sossa

En el caso de esta película la función del diario, lo auto-referencial y la exposición del sujeto ante el dispositivo cambian drásticamente. Luisa no habla de su vida, no trata de establecer para el espectador alguna conexión en torno a la experiencia individual. Esta habla desu bisabuela Inés (nacida en 1906), quien deja una herencia poco común: La historia su vida consignada en diez cuadernos, memorias que hablan sobre una mujer sumida en un tortuoso matrimonio con un hombre que nunca amó y que solo respondió al compromiso con episodios de violencia, humillaciones y traiciones.

No obstante, Los escritos recuperados, son retomados por la directora con la significación de darles una voz, un cuerpo, una oportunidad para ser discutidos. Discusión que tomó cinco años poder ser establecida como proyecto documental y tal como lo afirma (Sossa, Entrevistas Ficci, 2014):“buscando la otra cara de la moneda, pues no quería quedarme con esa visión de la víctima” (Sossa, 2016)“En el diario se habla de mucho dolor, mucho sufrimiento, y me surgió la necesidad de no dejar eso guardado por más años, porque lo que paso con mi familia es que cada familia recibió esos diarios y los guardó y nunca más se volvió hablar del tema, nadie se enteró. Y yo creo que lo que Inés hizo era muy valiente y no quería que eso se quedara ahí. Entonces, mi única herramienta era el audiovisual. Mi reacción fue no dejarla guardada y algo debía hacer”.

La película plantea a Luisa como portavoz de los escritos para ir descubriendo a Inés como una ausente que tiene mucho por decir. Con solo siete de los veinte  hijos de este matrimonio, Luisa recupera la noción de su bisabuela. Su labor está en darle una nueva interpretación a estos acontecimientos, dándoles voz a varios de los hijos como testimonios vivos de la historia. También está la duda ¿De dónde vengo? ¿Quién soy? ¿Qué ha pasado con mi familia antes? ¿Qué son todos esos pesos que traigo? (Sossa, Entrevistas Ficci, 2014)Preguntas que recaen en situaciones particulares del diario, de la auto-referencialidad, que son ahora detonadas desde unos escritos producidos dos generaciones atrás. Es la película en este sentido, una mediación con ese ausente recuperado. “La película se construye a partir de estos dos personajes que eran mis ausentes, mi bisabuelo y mi bisabuela y también estaban mis imaginarios, que sabía que quería retratar de cierta forma.” (Sossa, 2016).

Para lograr re-definir la historia de Inés, la estrategia planteadaes el uso de la puesta en escena, algunos audios y múltiples elementos de archivo familiar, que permiten que el dispositivo sea asumido de múltiples formas: por un lado, Luisa se constituye como el hilo conductor de las experiencias, los pensamientos, el estar en familia dialogando sobre este ausente que es recordado a partir de las anécdotas. Por otro, el dispositivo trata de asumir el nexo con el pasado, revisando los documentos, sumergiéndose en la escritura propia de las memorias o a partir de la animación, tratando de reconstruir algunas fotografías. Luisa sostiene que estas estrategias “buscan rescatar esas palabras y contar como esto se sigue repitiendo desde una familia que lo vivió y cómo repercutió en su vida” (Sossa, 2014).

En otras oportunidades, el dispositivo es alterado, es decir, no es solo el registro el que es mediado a partir de Luisa, sino hay otro quien la registra. En este sentido, el desarrollo paralelo de una puesta en escena y de una puesta en situación documental, están enfatizadas en poder plantear tanto el punto de vista de la directora como el de la autora de las memorias. Las dos protagonistas (Inés y Luisa) buscan revisitar los lugares familiares, la casa, el pueblo, el billar, el bar, la carnicería, reconociendo y siguiendo los acontecimientos, pasando del recuerdo, de la memoria emotiva, al presente en Andalucía, Valle.

De acuerdo a las dinámicas de la entrevista para encontrar y hacer más elocuente los testimonios, es interesante como la película habla de ese ausente, de “ese otro” que es recuperado a partir de las otras voces. También resulta interesante, como desde la reconstrucción espontanea de episodios, (como el encontrar la máquina de coser de la bisabuela) y suponer de qué manera Inés asumía el oficio de la sastrería, propone que ese tránsito por el pasado sea corporizado, asumido ahora desde el papel de las tías, que dialogan desde su intervención, el cómo era Inés, su carácter, su visión de la vida.

En otra ocasión, las tías re-construyen un momento en el cual se escucha la voz de Inés desde una grabación de cassette, tratando de explicar a la distancia, cuál era su experiencia en Canadá, cuáles eran sus impresiones en torno a su llegada a Toronto. La secuencia es re-construida a partir de las fotografías y a partir de esa voz del pasado, el de la grabación de ese tiempo y las de aquellas mujeres (incluyendo a Luisa) quienes discuten sobre la experiencia de Inés. La secuencia recupera en un mismo instante a las tres generaciones posibles, a tres puntos de vista compartidos sobre el lugar de los escritos encontrados, sobre aquella que habla en el pasado y se reafirma en el presente.

En términos de un rodaje que supone varios días de registros y viajes entre varias ciudades de Colombia, la dinámica propone que la película recupere de inmediato los relatos de aquellas tías-abuelas que son fundamentales para el desarrollo del film. “Mucho de la película se escribió en rodaje, de acuerdo a lo que pasaba, de lo que ellas me iban contando. Empecé a entrevistarlas individualmente y en grupo y me di cuenta que no pasaba lo mismo si las entrevistaba de a dos o de a tres o de forma individual, pues pasaban diferentes cosas, con otras que se hicieron post montaje.” (Sossa, 2016).

En términos de la experiencia con los diarios, con aquellos otros que reconstruyen ese imaginario de la bisabuela, de los espacios en Andalucía, Valle y de Luisa en el presente reflexionando sobre una época familiar aun conmovida por los continuos episodios de violencia, la película dialoga de forma directa en el aquí y el ahora, sobre una herencia que debe ser tenida en cuenta tanto por el lugar de la mujer en la familia, en la sociedad, como por aquellos actos reflexivos que ponen de manifiesto la urgencia por develar estas situaciones para que no siganrepitiéndose  en un presente inmediato tanto en el contexto colombiano como en el de cualquier otro lugar.

CONCLUSIONES:

Destacándose las estrategias discursivas utilizadas, las tres películas dialogan sobre una pregunta fundamental. El ¿quién soy yo? es desarrollado a partir de los diferentes usos tanto en la puesta en situación como de la voz, el dispositivo y el montaje.

En cuanto al proceso con el diario, lo autorreferencial y el documental, el Álbum familiar trabaja sobre las dimensiones del sujeto representado, pasando del acto de la escritura a lo audiovisual. Las instancias del “yo” en construcción se desarrollan en varias etapas (antes, durante y después de la experiencia). La memoria reflexiva propone ir en búsqueda de… para re-encontrarse así mismo, las preguntas hacia ese otro, (el ausente) terminan por cuestionar a ese “yo” en construcción.

Existe en el Álbum Familiar, la significación por “el objeto” relacionando al sujeto con este en el tiempo, por ello la retoma “del barco, el buque” como objeto de tránsito de la memoria hechapasado, hecha presente. La significación de algún rasgo familiar ante ese padre que nunca ha estado, provoca el emplazamiento del imaginario frente a un rostro que se desvanece tanto en la memoria como en la propia experiencia de viaje. “el sujeto-objeto” representado a partir del imaginario, solo es reconocible desde la ausencia. Desde otro punto de vista, el de la familia, el ausente resignificado desde sus diarios, procura desde las escenas re-construidas reafirmar la experiencia del ausente como un “acto en vivo” de su pasado, pudiendo incluso visualizar en el espacio y en el presente, que historias como estas aún siguen sin contarse, validando el papel de la mujer, de la madre y de la esposa en la cultura colombiana, de lo hereditario como síntoma de quienes somos.

En las tres historias, las realizadoras asumen su posición de narrador. Su cuerpo/voz, enfrenta no solo la validez del discurso sino sus diferentes interpretaciones, en ocasiones, logrando afianzar como mecanismo auto-reflexivo, la necesidad del registro de sí mismas como mediación ante el discurso.
Las estrategias para reconocer/buscar al ausente, se establecen desde la significación del diario como material reflexivo, cultivando en el tiempo la retoma de experiencias personales que luego se validan bajo otras voces, aquellas que complementan esa búsqueda fundamental por el ausente o de otras que participan de ese ejercicio por el reconocimiento.

En algunas oportunidades existen “esos otros” (camarógrafos) y sus registros para construir al sujeto en tránsito. Como generalidad de ese doble registro, también sobre el montaje existe el papel de otra mirada sobre sí, bien sea desde el papel de un interlocutor de esa experiencia individual o desde la mirada fija de como la realizadora se presenta durante el discurso. En esta experiencia dentro del montaje esos ojos, esa otra persona que valida la experiencia en el registro, supone a su vez la mirada de un espectador, por ello la importancia de la construcción del relato temporal tras varios ejercicios de estructura, reelaboración del relato tanto en imagen como en voz y sonido, como de la conexión emocional que el propio material despierta tras la experiencia de viaje.

Encontrar que lo individual se vuelve universal, es validado por un espectador que vive de la experiencia, en ocasiones, de forma tan cercana y evidente a como la trasmite el sujeto desde sus registros. La búsqueda del ausente, la significación del pasado, las relaciones familiares que encuentran lugares comunes de discusión, son tratamientos narrativos que valoran la forma como fueron hechos en el tiempo.

La trasmisión de estas experiencias para el espectador, lo ponen en el lugar de un testigo y acompañante en toda la experiencia de viaje. Le otorgan un lugar privilegiado para dialogar con las imágenes, los sentimientos y emociones que hablan de una historia particular tanto por la exposición del sujeto como de sus reflexiones en torno al mundo y los contextos actuales. Valorar la estética de la escritura audiovisual a partir del Álbum Familiar, hace de esas búsquedas en torno al ausente, una potencia creativa que propone en ciertos sentidos ubicar estrategias tanto para el contarse como para el identificarse. 

Referencias

Said, A. (2 de Agosto de 2016). Apuntes sobre el "yo" y su doble imagen. (J. C. Alvarez, Entrevistador).

Sandoval, M. C. (6 de Julio de 2016). Del diario al objeto-imagen. (J. C. Alvarez, Entrevistador).

Sossa, L. (2014). Entrevistas Ficci. (F. I. Cartagena, Entrevistador).

Sossa, L. (14 de Marzo de 2014). Inés, Memorias de una vida. (E. Orbita, Entrevistador) Obtenido de http://www.enorbita.tv/ines marzo 24 2014.

Sossa, L. (16 de Agosto de 2016). El ausente recuperdo: Voces e intermediaciones. (J. C. Alvarez, Entrevistador).

CINE Y RAZA: VIDEO INDÍGENA EN COLOMBIA

Por Pablo Mora Calderón

Pablo Mora Calderón en la sesión del 2 de agosto de 2016

Es preciso problematizar, de entrada, la palabra “raza”, vista aquí en su asociación con lo étnico y, en particular, con lo indígena. Su utilización para dar cuenta del cine indígena sigue una línea de continuidad con un viejísimo sustrato producto del colonialismo que construyó un discurso racializado utilizando categorías como negro, indio, blanco, mestizo, etc. A esas categorías se las ha llenado de evidencias fenotípicas como el color de la piel, dándole al sentido común una evidencia de su existencia “natural”.

Sin embargo, desde distintos ángulos y enfoques analíticos, el concepto de “raza” es considerado como una construcción discursiva problemática (ver, por ejemplo, los textos de Stuart Hall, Peter Wade y Eduardo Restrepo al final en Bibliografía). Se trata, en general, de un sistema de clasificación de las diferencias que opera en todas las sociedades humanas. Este sistema de clasificación utiliza indistintamente características biológicas, culturales, intelectuales y cognitivas y conlleva el peligro de propiciar la discriminación sobre suposiciones erróneas del tipo: los negros son “malos” y “pobres”, los indios “brutos” y los blancos “racistas” y “soberbios”.

En América, fue la Iglesia española la primera que propuso durante la Conquista una clasificación racial de la diversidad humana. Fueron célebres los debates de Ginés de Sepúlveda y el padre de Las Casas sobre la naturaleza de los indígenas americanos: si eran hombres verdaderos, es decir, hermanos de los blancos españoles, o animales y, por lo tanto, irracionales y objeto de cacería. Todavía, en pleno siglo XX, sectores de la sociedad mayoritaria de Colombia consideraban como algo natural la dicotomía “racionales” (ellos) e irracionales” (los indios). Así se justificaron la cacería y el asesinato de centenares de indígenas guahibos de los Llanos Orientales.

Stuart Hall sostiene que la clasificación racial como acto de organizar a las personas en diversos grupos sociales, de acuerdo con sus diferencias, actúa como calmante del pensamiento. Es bueno separar cabras de ovejas. La genética ha contribuido a esencializar las diferencias sin tener en cuenta el aporte de la cultura y la historia. Si antes el color de la piel, el tipo de pelo y la forma del cráneo eran discriminaciones producto de la visión, con la genética, el laboratorio y el discurso experto de la biología se convirtieron en los lugares idóneos para hablar de raza, “percibiendo” el código ADN. 

Peter Wade también demuestra que “indio” es una categoría racializada que opera para discriminar, ejercer el poder y construir percepciones estigmatizadoras de los grupos étnicos. En definitiva, existe el racismo pero la raza no tiene fundamento ni puede ocupar un lugar en la caja de herramientas de las ciencias sociales. La palabra raza es, pues, una invención de origen colonial de clasificación y subordinación de las poblaciones no europeas que sirvió para legitimar la conquista y la colonización
española en América.

Por eso me niego a hablar de cine y raza y prefiero hablar de cine étnico. Aún más, tampoco esa generalización me parece correcta, como si se tratara de un nuevo género “el cine indígena” al lado de los “western” o del “cine negro norteamericano”.Lo que existe es una gran variedad y diversidad humana (106 pueblos indígenas en Colombia), y, muchos cines indígenas. No es lo mismo el cine hecho por los nasa del Cauca que el cine hecho por los wayúu de la Guajira. Esos pueblos no comparten las mismas tendencias, son diferentes sus modos de narrar y sus públicos no son intercambiables.

Pablo Mora Calderón en la sesión del 2 de agosto de 2016
No hay que equivocarse cuando uno se enfrenta el voluminoso corpus o al inventario de películas hechas desde hace una década por autores indígenas: se trata de expresiones audiovisuales nacidas al interior de los pueblos indígenas y no de representaciones cinematográficas sobre esos pueblos. La diferencia es sustantiva. El cine sobre los “otros” (indígenas) se ha hecho desde casi el propio invento del cinematógrafo. Para poner un solo ejemplo: este año se cumplen 100 años de cine hecho sobre los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta. De 1906 datan los primeros registros cinematográficos del sueco Gustav Bolinder en Nabusímake, la capital del pueblo arhuaco. Y solo 10 años lleva el colectivo indígena Zhigoneshi que agrupa a los pueblos wiwa, kogui y arhuaco haciendo películas sobre ellos mismos como Nabusímake, memorias de una independencia.

En esa película Amado Villafaña, su director, quiso visibilizar la narrativa histórica del pueblo arhuaco en su proceso de resistencia y posterior independencia de la sujeción religiosa, cultural y económica desplegada por la Misión Capuchina en los territorios de la antigua San Sebastián de Rábago (hoy Nabusímake). Temáticamente, la historia arranca en 1918 cuando los capuchinos, a instancias del gobierno nacional, organizaron el orfelinato “las Tres Avemarías” a fin de redimir y educar en la fe católica a los niños indígenas. La película identifica viejas y viejos protagonistas que dan cuenta de esta historia. Testimonios dolorosos sobre reclusión forzada, prohibición a hablar la lengua nativa, castigos “ejemplarizantes”, obligación de contraer matrimonio con indígenas de otras etnias, apropiación de las mejores tierras del resguardo arhuaco, usurpación del gobierno propio mediante el nombramiento de cabildos, comisarios e inspectores de policía, y persecución y asesinato de autoridades indígenas tradicionales reconstruyeron oralmente el prontuario más evidente de la aculturación propiciada por los capuchinos durante más de sesenta años. La película también identifica sobrevivientes y testigos de la resistencia a estas arbitrariedades que nació desde la propia llegada de los primeros padres procedentes de La Guajira y culminó en 1982 cuando, luego de una toma pacífica, el Consejo Indígena Arhuaco conminó a los capuchinos a salir definitivamente de San Sebastián de Rábago.

Como demostré en el libro Poéticas de la resistencia hay, sin duda, un abismo infranqueable (ligado apenas por la necesidad de historiar las imágenes en movimiento en Colombia) entre la película evangelizante del antropólogo Vidal Antonio Rozo, Almas indígenas (1962) y el video hecho por indígenas kankuamos Mujeres que tejen cultura (2011). En sus años, ambas obras obtuvieron el Premio India Catalina del Festival de Cine de Cartagena y reflejan la transformación profunda del gusto de los jurados pero, sobre todo, de las actitudes individuales y colectivas de la sociedad colombiana por la cuestión indígena (que van del desprecio absoluto a la admiración relativa).

La mayoría de los realizadores audiovisuales indígenas hace parte de movimientos étnicos que, pese a las diferencias y los matices que sus pueblos y organizaciones de origen le otorgan a sus concepciones sobre el valor de la comunicación en sus políticas interculturales, encuentran en las obras que producen un instrumento para negociar utopías y deseos emancipatorios en cuestiones de soberanía, ciudadanía, modelos de desarrollo económico y políticas culturales. En este sentido, las experiencias comunicativas indígenas no pueden entenderse como simples ejercicios de creación artística o de representación de la realidad sino como verdaderas estrategias de agenciamiento político para la defensa de la vida y con un ideal de cambio en los paradigmas civilizatorios de nuestra sociedad.

Visionado de realizaciones audiovisuales indígenas colombianos en la charla de Pablo Mora Calderón,
 sesión del 2 de agosto de 2016
Los autores indígenas y sus obras han llevado a los críticos y especialistas a reconsiderar desde otros ángulos la práctica artística (o simplemente audiovisual) en su relación con la moral, la política y la estética. Y aunque todavía esas obras cinematográficas no hayan entrado al universo de los cánones del cine colombiano, su vigorosa existencia empieza a ser reconocida. Tal es el caso de la investigadora María Angélica Mateus Mora con su obra historiográfica, la más completa que se ha hecho sobre el cine indígena en Colombia.

En 2009 nació la idea de crear un escenario de exhibición anual y diálogo intercultural entre realizadores indígenas y público colombiano, con la intención de contribuir al proceso de reconocimiento y fortalecimiento de los pueblos indígenas. Desde entonces se han exhibido más de trescientas películas en la Muestra de Cine y Video Indígena de Colombia, Daupará (palabra embera que significa “para ver más allá”). Semejante caudal de obras permite preguntarse por esta dinámica creciente mediante la cual los pueblos indígenas se exponen audiovisualmente.

En una sugerente argumentación el filósofo Georges Didi-Huberman reconoce que hoy los pueblos indígenas están mejor expuestos. Nos gustaría pensar, dice él, que en la era de los medios, esta proposición significa que los pueblos son más visibles unos por otros de lo que nunca lo fueron. También nos gustaría decir, continúa el francés, que gracias a la democracia esos pueblos están “mejor representados” que antes. Pero es exactamente lo contrario: los pueblos están expuestos por estar amenazados en su representación política, estética y en su existencia misma. Los pueblos, concluye Didi-Huberman siempre han estado expuestos a desaparecer. ¿Cómo hacer para que se expongan a sí mismos y no a su desaparición? ¿Cómo hacer para que “aparezcan”?

Pues bien, desde hace por lo menos cuatro décadas los pueblos indígenas han aparecido en películas hechas por ellos mismos. Para algunos analistas como Paula Restrepo que escudriñan esta producción se trata de películas “interculturales” que, a diferencia del cine etnográfico, es una estrategia de cambio sociocultural. En el caso colombiano, las piezas interculturales están además articuladas a procesos organizacionales de índole política y cultural que no solo las respaldan, sino que son su razón de ser. En este sentido, conciben este tipo de documental como piezas de conocimiento y como intervenciones en el nivel de la epistemología política. 

Como si fuera poco, además de producir películas, los pueblos indígenas de Colombia, a través de sus organizaciones representativas del orden nacional, están empeñados en defender su derecho a producir autónomamente sus propias imágenes y a que el Estado los respalde. Delegados indígenas de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana, OPIAC, la Confederación Indígena Tayrona, CIT, la Organización Autoridades Tradicionales Indígenas de Colombia- Gobierno Mayor y Autoridades Indígenas de Colombia, AICO, están en proceso de concertar con el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y con la Autoridad Nacional de Televisión, ANTV, una política pública diferencial de comunicación indígena, que oriente la acción estatal en esta materia. De concretarse la política, el cine y el video indígena en Colombia colonizarán, por fin, las parrillas de la televisión y las salas comerciales de exhibición cinematográfica. El público colombiano podrá, entonces, descubrir nuevas sensibilidades y narrativas hasta ahora inéditas.

BIBLIOGRAFÍA

Stuart Hall, “Raza: el significado flotante”. En Intervenciones en estudios culturales, 2015.

Eduardo Restrepo, “Articulaciones de negridad: políticas y tecnologías de la diferencia en Colombia”. En Hegemonía cultural y políticas de la diferencia.

Peter Wade, “Multiculturalismo y racismo”. En Revista Colombiana de Antropología, vol. 47, 2011.

Pablo Mora, Poéticas de la Resistencia, Cinemateca Distrital, Instituto Distrital de las Artes, Bogotá, 2015.

Angélica Mateus Mora, “Lo indígena en el cine y videos colombianos: panorama histórico”. En Cuadernos de cine colombiano, “Cine y video indígena: del descubrimiento al autodescubrimiento”. No 17A, Nueva Época, Cinemateca Distrital, Instituto Distrital de las Artes, Bogotá, 2012. 

Paula Restrepo et. al., “Del cine etnográfico al documental intercultural: entre la representación y el cambio social”, 2014.

George Didi-Huberman, Pueblos expuestos, pueblos figurantes, Manantial, Buenos Aires, 2012.

REPRESENTACIONES DE LO RURAL EN EL CINE COLOMBIANO CONTEMPORÁNEO

Por Armando Russi

Armando Russi en la sesión del 30 de Julio de 2016
El presente artículo no pretende brindar un panorama exhaustivo de las diferentes representaciones de lo rural en cine nacional colombiano, sino por el contrario brindar herramientas metodológicas que ayuden a una aproximación al fenómeno de lo rural desde el cine ARGUMENTAL DE FICCIÓN contemporáneo comprendido entre los años 2000 hasta hoy, enmarcada a su vez en esta temáticas:

1. Exotismo y colonialismo.
2. Medio rural, violencia y conflicto.
3. Lo negro y lo indígena.
4. La migración de lo rural a lo urbano.

5. Mito y rito de lo rural.

1.Exotismo y colonialismo.

Hace relación a una imagen distorsionada y festiva de algún fenómeno cultural desde la mirada distante del colono “civilizado”, quien a través del poder asigna significados al lenguaje e imaginarios colectivos en la cultura y sociedad.

Ya Glauber Rocha hablaba a ese respecto en 1962 en La Estética del hambre, como una protesta a las imposiciones y imitaciones del colono frente a la forma como nos mira: “mientras América Latina lamenta sus miserias generales, el interlocutor extranjero cultiva el gusto de esta miseria, no como un síntoma trágico, sino solamente como dato formal en su campo de interés. Ni el latino comunica su verdadera miseria al hombre civilizado ni el hombre civilizado comprende verdaderamente la miseria del latino” y también: “los exotismos formales que vulgarizan problemas sociales”. 

Estas miradas exotistas y colonialistas son las que han fabricación una imagen de lo que somos de forma distorsionada y desde afuera.

De ahí que se asimile una y otra vez el discurso hegemónico entro lo barfvaro/ Barbarie Vs. Civilización y se impongan niveles de desarrollo en donde, entre otros, América Latina es vive, está en subdesarrollo.

Colono es entonces quien ostenta una figura de poder, en este caso quien posee poder sobre el lenguaje y capacidad de difundirlo. Posee una posición hegemónica, entonces Impone su mirada de “lo que somos” de “que somos”.

El ejemplo más notable a este respecto es el poder hegemónico de Hollywood sobre los otros cines y sobre las otras formas de distribución mediática.

Hollywood es entonces el máximo exponente de creación y fijación en torno a imaginarios colectivos, o ¿no es un hecho que la información que tenemos de Oriente medio o Asia ha sido filtrada y traducida por Hollywood?

Pues ese es el caso del imaginario que se ha creado de Colombia en el extranjero, pues la mayoría de información que el público tiene de Colombia se basa en lo que han visto en sus pantallas de cine, de la imagen que Hollywood a construidos de nosotros. ¿Cuál es esta imagen?

La de un país en subdesarrollo, llena de deformaciones culturales en donde parecemos más mexicanos que colombianos, un lugar sin identidad.

Veamos tan solo dos ejemplos para entender esto:
Tras la pista de la esmeralda perdida (1984) de Robert Zemekis, película de Aventura con Michael Duglas, la cual transcurre en “Bogotá”, una Bogotá situada en un selva, lo cual no corresponde con la realidad.

Mr and Mrs Smith (2005) de Doug Liman, película de acción, en donde Colombia, sirve de pretexto para el encuentro de estos dos espías, solo que esta Colombia está llena de imprecisiones e inexactitudes pues nada de lo que sale acá es Colombia, ni si geografía, ni su música, ni sus habitantes, ni nada.

Pero si es verídico o no, poco importa al público incauto acostumbrado a ver películas de evasión de consumo. Para este público (el más recurrente) ya se ha creado una imagen de Colombia, muy difícil de revertir o de re direccionar.

El problema con estos discursos de poder, no solamente es la deformación de toda una identidad nacional, sino que estos discursos son asumidos y reproducidos, repetidos por los mismos colombianos, quienes emvelezados por el espectáculo de Hollywood se ven identificados.

Esta es la primera problemática que define una estética de lo rural en el cine nacional, esta es una postura muy problemática en relación a la creación de imaginarios colectivos, es una postura comercial, amañada en un estética televisiva, estereotipa, peyorativa (minorías, negros homosexuales, etc) un vivo representante de esta forma de representación es, por ejemplo, Don Jediondo, quien deforma la identidad de un pueblo, en este caso del campesino boyacense.

Armando Russi en la sesión del 30 de Julio de 2016

2.Medio rural, violencia y conflicto.

Se ha avanzado en relación al grafismo de la violencia, y esta es un condición cíclica en la historia del cine, ejemplo el Cine de Gangsters, entonces ya no es tan importante mostrar el como del conflicto, sino las causas.

Conflicto armado:
En este campo tenemos películas fundacionales, que explican la violencia desde el arraiga de la misma en el seno familiar y herencia violenta, tal es el caso de la La cerca (2004) Rubén Mendoza.

Patología y paranoia de la violencia. Tal es el caso de la interesante El páramo (2012) Jaime Osorio Márquez, la cual a travez de dos lecturas (una fantástica y paranormal) y otra muy realista (psíquica) nos dice que somos un país enfermo, pue totod estamos contaminados con la violencia.

Paganínes de la guerra: pagnini: el que debe pagar las deudas de otros. El pueblo debe pagar los platos rotos de sus victimarios, ya sea guerrilla ya sean paramilitares, ya sea el estado.

Todos tus muertos (2010) Carlos Moreno
Los colores de la montaña (2010) Carlos César Arbeláez
Dos mujeres y una vaca (2015) Efraín Bahamón
Violencia (2015) Jorge Forero

Narcotráfico:
A falta de políticas agrarias y de protección al campesino, surge el narcotráfico como opción de empleo, de vida, con todo y los problemas que esto significa.
Jardín de amapolas (2012) Juan Carlos Merlo Guevara.

En este tipo de propuesta resalta la eterna metáfora de Nos han robado la tierra – Rulfo y el problema de la tierra y la identidad.

Armando Russi en la sesión del 30 de Julio de 2016
3. Lo negro y lo indígena.

Aunque aún falta mucho trabajo en torno a la representación de lo afro y lo indígena, creo que es una virtud del cine contemporáneo el proponer unas miradas que pasa del objeto a la posición de sujeto, en el sentido de que Chocó, Buenaventura serán los escenarios y sus directores y actores serán sus protagonistas, develando un mundo rico en constumbres, colores, sabores y texturas, así como lleno de problemas, negaci´+on y exclusión por parte del estado y la sociedad. Paisaje, geografía e identidad.

El vuelco del cangrejo (2009) Oscar Ruiz Navia
Chocó (2011) Jhonny Handrix Hinestroza
La playa DC (2013) Juan Andrés Arango
Manos sucias (2014) Josef Kubota Wladyka
La tierra y la sombra (2015) César Augusto Acevedo
El abrazo de la serpiente (2015) Ciro Guerra “Barbarie y civilización” Ya no desde occidente, sino desde nosotros.
Saudó (2016) Jhonny Handrix Hinestroza

4. La migración de lo rural a lo urbano.

Desplazamiento y pérdida de identidad/ dignidad.

En nuestro país este es uno de los temas centrales de las problemáticas sociales, el problema de desplazamiento de lo rural a lo urbano, por parte de entes que quieren la tierra toda costa, ya sea la guerrilla, los paramilitares y también el estado.

La primera noche (2003) Luis Alberto Restrepo
La playa DC (2013) Juan Andrés Arango

5. Mito y rito de lo rural

Costumbre, prácticas e identidad.

Los viajes del viento (2009) Ciro Guerra marca una inflexión en el cine nacional contemporáneo. Con Los viajes del viento se emprende un nuevo camino estético, narrativo y temático, este camino ha sido seguido por varios directores de cine en Colombia. Parte de este nuevo camino se cimienta en la búsqueda del mito y el rito. Acá se recorre la geografía de la costa atlántica, entre peripecias y duelo de juglares para recrear el mito de recrea el mito de Francisco el Hombre.

Cortometrajes de Iván Gaona y la Productora La Banda del Carro Rojo: Interesante cine santandereano, que atado al mito y rito de su tierra ha logrado hacer una singular obra, teniendo como epicentro la simpleza y originalidad de su pueblo originario Güepsa y su hermosa gente.

La crítica de cine en Colombia

¿Crisis de la crítica o crisis de la sociedad?

Por Pedro Adrián Zuluaga

Pedro Adrián Zuluaga en sesión del 21 de Julio de 2016

Por su condición aparentemente parasitaria, la crítica de cine –y el ejercicio de la crítica en general– es un blanco de ataque demasiado fácil. Quienes la ejercemos, nos movemos indistintamente entre la excesiva autoindulgencia y el extremo autodesprecio, y hemos elaborado muy limitadas estrategias para dejar de ser carnada presta para el escarnio. “Ningún niño francés ha soñado nunca en convertirse en crítico de cine cuando sea mayor”, dijo alguna vez el ilustre François Truffaut. Chascarrillos y boutades por el estilo han alimentado la leyenda del crítico como un artista frustrado, cuyo trabajo consiste en vampirizar la obra del otro y vivir a sus expensas.

Lo que muy poco se intenta, porque la empresa es ambiciosa y requiere más que frases de cajón, es entender la crítica como parte de un sistema, de un campo cultural. Cuando ese campo –y utilizo aquí explícitamente la noción que nos enseñó Pierre Bourdieu– es sólido, lo es precisamente porque admite la discusión y el disenso, las diferencias de posición y la negociación de intereses. En una palabra, la crítica. Cuando es enclenque, lo caracteriza la estandarización y la uniformidad: la ausencia de crítica.

En el caso concreto de Colombia, cualquier lamento sobre el estado de la crítica cultural –y la crítica de cine– debería incluir un diagnóstico de lo que pasa con la cultura en el país, qué la atraviesa en este momento, cuál es su relación con la sociedad. Tal vez de ese examen resultarían unas cuantas constataciones incómodas: por ejemplo, que buena parte de la creación cultural ha sido cooptada, ya sea por el Estado y su capacidad de contratación, o ya por el mercado y sus promesas de éxito y notoriedad. También revelaría que el crítico no es una figura aislada en una torre de babel, sino alguien condicionado por las mismas fuerzas que constriñen al creador; peor aún, alguien obligado a participar desde adentro en el campo de la producción cultural –ya sea como curador, gestor cultural, periodista o cualquiera de las modalidades al uso–, un campo que, cuando asume la posición de crítico, está obligado a mirar artificialmente desde afuera.

Es pues elemental acusar a la crítica de debilidad, pero es harto más difícil emprender la evaluación de las condiciones para la creación artística y la producción cultural, que también determinan a los críticos. ¿Lo anterior es una prueba más del carácter parasitario de los críticos? No, quizá solamente es señal de una vinculación, no necesariamente jerárquica, entre creación y crítica.

Los años cincuenta en Colombia, sin ir muy lejos, vieron el florecimiento de un extraordinario grupo de artistas: Fernando Botero, Alejandro Obregón, Eduardo Ramírez Villamizar, Álvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez, Enrique Grau, entre otros. Y fueron años de una crítica atenta que encontraba en las obras de los artistas mencionados un permanente desafío a su inteligencia. Fue el tiempo de la revista Mito, del inicio del magisterio de Marta Traba, de críticos extranjeros como Casimiro Eiger y Walter Engel. Otro ejemplo fecundo pudiera ser la explosión del Grupo de Cali en los setenta, donde creación y crítica ejercían una misma fuerza renovadora. El Grupo de Cali produjo obras de gran densidad temática y, en algunas ocasiones, sofisticada elaboración formal, y una crítica que, en casos como el de Andrés Caicedo, todavía hoy resulta difícil de superar aunque los actuales críticos tengamos una gama infinitamente mayor de herramientas teóricas y un mejor acceso al archivo.

Pero, ¿qué demanda del crítico de cine la mayor parte de películas colombianas? ¿Producen alguna extrañeza o impelen a una tarea de exégesis? ¿Vale la pena invertir en ellas la energía crítica? Con frecuencia muchos directores del actual y nuevo cine colombiano afirman que hacen películas sin pretensiones, para erradicar cualquier sospecha de intelectualismo, o cualquier filiación con los estigmatizados temas de la violencia social y política. Algunos otros, aunque afirmen la pertinencia de un cine comprometido y socialmente relevante, están atrapados en una mirada tan simple que naufragan en la irrelevancia.

Pedro Adrián Zuluaga en sesión del 21 de Julio de 2016
El lugar de la crítica

La otra mirada al “problema” generalmente pasa por la árida tarea de criticar a los medios, lugares inevitables de exposición y legitimación de los críticos. En este caso las jeremiadas son las consabidas, y sirven para situar la responsabilidad por fuera del campo mismo de la cultura, en un cómodo lugar externo que desplaza el autoexamen. Los medios también son un blanco demasiado fácil. ¿Pero quiénes son los ciudadanos que les otorgan el poder que tienen? ¿Son los medios autogestionados –como blogs y páginas web– una alternativa real ante la estandarización de la información? ¿La influencia de un crítico pasa por la influencia del medio en el cual se expresa? ¿Es el crítico una figura intercambiable?

 Por supuesto que los medios están sacudidos por una extraordinaria redefinición. La autoridad de la que gozaban se evaporó en medio del furor de las nuevas tecnologías y su promesa de una información menos vertical y más participativa. Y lo que les pudiera quedar de credibilidad terminó casi por completo sacrificada en el altar del mercado, o de la banalidad y la autoindulgencia.

La crítica, en ese estado de cosas, no es que resulte incómoda como suelen mentirse algunos críticos desplazados u obligados al nomadismo; resulta sobre todo inane y banal en medio de un caudal de información con escasos grados de diferenciación. Con asombrosa negligencia, los grandes medios impresos de Colombia dejaron morir uno tras otro los suplementos especializados en cultura y los reemplazaron por magazines de variedades donde la crítica y el ensayo especulativo no tienen lugar, sólo el reportaje sensacionalista o la crónica colorida.

Tal y como lo expresó el columnista Nicolás Morales en una de sus columnas de opinión de la revista Arcadia –uno de los pocos medios en Colombia que todavía hace divulgación cultural–, el ensayo como género quedó sembrado en las revistas académicas pero reducido a la generación afirmativa de conocimiento, a la divulgación científica, a la asertividad con escaso horizonte crítico.

La reseña crítica, el género habitual en el que el crítico puede expresar sus opiniones, tiene notables constreñimientos de espacio, y aunque el crítico fuese un mago de la síntesis es difícil que vaya más allá de una opinión estandarizada. Los críticos que aún tienen cabida en los medios masivos viven en una permanente zozobra, pues el espacio del que disfrutan es ciertamente vergonzante y todos saben que pueden prescindir de ellos o reemplazarlos sin ningún traumatismo para el medio. La legitimidad, y esto es una respuesta parcial a la pregunta de unos párrafos atrás, la tiene el medio en que se publica, casi nunca el crítico; incluso los blogs con su apariencia independiente, tienen mayor visibilidad si están asociados a los medios tradicionales.

La disyuntiva entre pensamiento y entretenimiento hoy resulta insalvable en los medios y sobra decir quien se quedó con la mejor parte. Y, para volver al cine colombiano, está claro que una buena parte del gremio cinematográfico hace ingentes esfuerzos por alinearse en la orilla de la industria y el entretenimiento para complacer a un público masivamente infantilizado.

Pedro Adrián Zuluaga en sesión del 26 de Julio de 2016
Por una crítica estratégica

¿Es posible aún hoy una crítica que sea generadora de pensamiento y no parasitaria? ¿Existe la posibilidad estratégica del crítico como autor a pesar de la crisis de autoridad –autor y autoridad son nociones desde luego muy próximas–? Quizá sea oportuno esperar una estación de aguas más tranquilas. Dejar por ejemplo que las leyes que afectan al cine –la 814 de 2003 y la Ley Filmacion Colombia de 2012– se estabilicen, que el mentado boom del cine colombiano llegue a sus justas proporciones, que el negocio en el que se ha convertido la formación audiovisual viva su proceso de selección natural y, por último, que la sociedad colombiana avance hacia formas de convivencia muy distantes del pugnaz unanimismo de los dos gobiernos de Álvaro Uribe y de la polaridad que ha generado el posible acuerdo del fin de la guerra, en la era de Juan Manuel Santos. Pero todo eso casi que implicaría soñar con una realidad utópica y es mejor empeñarse en trasformar la realidad que tenemos. Es difícil que las condiciones cambien, pero es imposible si no empezamos por reinventarnos a nosotros mismos.